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Insólita imagen la que presentaba ayer el campus universitario. Las paradas de los autobuses de la EMT vacías, tanto como los autobuses que recorren los diferentes edificios universitarios. Y es que la puesta en marcha del metro acapara la clientela.

Con todo, frente al edificio Ramon LLull, donde está situada la estación de metro, los chóferes de la Empresa Municipal de Transporte veían como los estudiantes se apeaban de la misma para dirigirse a sus respectivos edificios.

La novedad es una de las razones que aducían ayer los estudiantes del campus. Por supuesto, «el metro no cuesta un céntimo», decían.

La verdad es que el ambiente en la universidad los viernes, día en que muchas facultades funcionan a medio gas, fue más bien tranquilo.

Todos reconocían ayer que la puesta en marcha del metro «se ha dejado notar» y que el número de pasajeros «ha descendido notablemente».

Uno de los chóferes reconocía que la empresa municipal ha recortado los servicios especiales al campus que hasta ahora venían haciendo.

La mayor parte de los alumnos valoraron muy positivamente la puesta en marcha del nuevo servicio. Algunos lo calificaron como una pasada, aunque reconocían que el curso que viene la gratuidad del metro pasará a costar cerca de 70 céntimos frente a los 31 céntimos que paga un estudiantes con la tarjeta ciudadana para llegar al campus.