A finales del pasado verano, el presidente del Centre per a la Recuperació d'Animals Marins, Ferran Alegre, explicó que en eVell Marí, velero científico de la Obra Social de La Caixa, había visto miles de medusas entre Cerdeña y Mallorca, creando incluso el efecto de un «mar blanco». Ese mismo barco localizó en tan sólo seis días 60 tortugas marinas heridas por palangres entre Mallorca y Cerdeña. Ésta es precisamente una de las causas de la proliferación de las medusas: la desaparición de sus depredadores habituales, las tortugas marinas y los atunes. Una tortuga o un atún pueden llegar a devorar miles de kilos de medusas durante su periplo migratorio. Si las tortugas y los atunes desaparecen, nada impide la rápida expansión de las medusas.
Desde hace varios veranos, se ha producido una «explosión global» de medusas en todo el Mediterráneo occidental, desde el sur de Italia hasta Balears. Ha proliferado especialmente la pelagia noctiluca, una especie de color rosado con manchas rojizas y de pequeño tamaño que se ha hecho 'popular' por su notable afluencia a las Islas y por su dolorosa picadura. Aunque la veamos de lejos, es igualmente peligrosa, pues sus tentáculos más largos son tan finos que apenas son visibles e igualmente urticantes.
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