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NEKANE DOMBLÀS/JUAN MESTRE
Ha sido un mes que ha cambiado radicalmente el futuro del PP balear. Hace 30 días, el 24 de mayo, a tres días para las elecciones, ni el más agorero del PP podría imaginar que un mes más tarde estarían humillados, derrotados y sin líder.

Matas ha tomado una decisión personal, meditada en soledad y tal vez con el único conocimiento de su familia. No ha consultado su renuncia con dirigentes del partido, del mismo modo que no ha consultado prácticamente nada desde que no consiguió la mayoría absoluta.

Porque el presidente del PP ha estado prácticamente desaparecido durante todo este mes. Apenas se le ha visto en apariciones públicas y no ha hecho más declaraciones a los medios de comunicación que las estrictamente necesarias.

Ese silencio ha desconcertado y mucho a los dirigentes del partido. La Junta Regional celebrada tras las elecciones, en la que se analizaron los resultados conseguidos, dio plenos poderes al candidato para negociar un acuerdo con Unió Mallorquina. Fue el miércoles 6 de junio. Desde entonces hasta su reunión con Munar, ocho días después, el 14 de junio, silencio. Esos ocho días fueron un auténtico calvario para los representantes del PP que veían atónitos cómo los periódicos informaban del avance en la negociaciones entre Unió Mallorquina y PSOE. Matas no decía nada. Durante dos semanas, se dedicó a enviar mensaje tranquilizadores a los suyos. «Tranquilos, no es preocupéis por lo que veis en la prensa, que al final habrá sorpresas», venía a ser su mensaje.