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febrero de 2005, Josep Riera tomó posesión de su cargo de embajador de España en Serbia, una de las zonas más «calientes» de Europa. Su capital, Belgrado, tiene el dudoso honor de haber sido la primera ciudad europea bombardeada tras la II Guerra Mundial. Fue el 23 de marzo de 1999, cuando el por entonces secretario general de la OTAN, Javier Solana, ordenó los bombardeos. Ocho años después, aún son visibles los recuerdos de esos trágicos días en diversos edificios de la capital serbia, como el Ministerio de Defensa, aunque afortunadamente todo forma parte de un recuerdo, trágico, pero recuerdo al fin y al cabo.

«Ahora la situación es de total tranquilidad, salvo en lo que se refiere a Kosovo», comenta Riera en su despacho, ubicado en la segunda planta de la Embajada de España. Esta región autónoma perteneciente a Serbia está en vías de independizarse del resto del país, pero aún no está claro si tal independencia será total o se quedará en una autonomía lo más amplia posible pero sin llegar a constituirse como Estado propio. La situación debería producirse antes del 10 de diciembre. «En Serbia hay un gobierno de coalición formado por todas las fuerzas europeístas del arco parlamentario, tanto de izquierda como de derecha y partidos regionalistas. Estas fuerzas suman un 60 por ciento de los votos. El otro 40 por ciento restante, que están en la oposición, lo conforman partidos ultranacionalistas nostálgicos del antiguo régimen».

Además de estar al tanto de cualquier novedad que se produzca en torno a Kosovo para transmitirla inmediatamente a sus superiores en Madrid, Riera cuenta con una agenda en la que abundan los encuentros con políticos locales, otros embajadores y miembros de ONG, muy abundantes en la zona. «En Serbia, sin contar Kosovo, viven unos 200 españoles. Si incluimos Kosovo, esta cifra suma unos 1.000, sobre todo militares y trabajadores de ONG», comenta Riera. Por las tardes, una media de tres veces por semana, el embajador suele acudir a diversos actos sociales.

Casado y con tres hijos (dos chicas de 18 y 19 años y un niño de 9), Josep Riera aterrizó en Belgrado sin su familia, que se quedó en Bruselas. «Ahora mi mujer y el pequeño viven conmigo, y las dos chicas estudian en Londres y vienen a vernos cuando tienen vacaciones».

Josep Riera ha desarrollado diversas labores relacionadas con la seguridad internacional y la lucha contra el terrorismo. «Ha habido un antes y un después tras el 11-S, que supuso la internacionalización del terrorismo y que éste pueda atacar en cualquier parte del mundo. Nos encontramos con varios componentes como el religioso y el económico. El Gobierno español está teniendo una política que busca no aislar a la religión ni demonizarla. En cuanto a los componentes económicos, está claro que a mayor pobreza, en líneas generales, mayor radicalización».

A pesar del aumento del terrorismo internacional y de los focos de violencia en lugares como Irak, Riera se muestra optimista. «Veo el mundo más seguro que hace seis años. Yo soy un optimista por naturaleza».

En estos casi tres años en la capital Serbia, Josep Riera ha visto y vivido cómo cambia la ciudad dependiendo de la estación. «Llegué en pleno invierno y aquí la nieve es continua de diciembre a marzo. Además, anochece sobre la cuatro o cuatro y media de la tarde y la arquitectura de los tiempos de Tito y luego de la era de Milosevic no ayudan a alegrar los días. Sin embargo, con la llegada de la primavera todo cambia de una forma espectacular. Con el sol se nota el carácter mediterráneo de los serbios, a pesar de ser eslavos. Les encanta salir y pasear por la calle, hay numerosas zonas verdes y la oferta lúdica de restaurantes, cines, teatros y música es muy variada». Riera es también embajador de Montenegro a cuya capital, Pogdorica, va él o alguien de la embajada una vez al mes. ».