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ANDRÉS CASTAÑO Las fuertes lluvias de estos días volvieron a causar estragos en el metro de Palma. El cierre del metro obligó a crear desde el pasado lunes un servicio alternativo de autobuses en el recorrido de la línea del subterráneo, con parada al lado del acceso a cada estación. Los usuarios sufrieron las consecuencias: lanzaderas repletas de pasajeros a primera hora de la mañana, atascos, retrasos de los usuarios.

El servicio especial de autobuses tiene dos ramales, el primero, con origen en la Plaça d'Espanya y término en la Gran Vía Asima del Polígono Son Castelló funciona con regularidad. Allí, el usuario que desea seguir el trayecto para llegar al final de la línea debe coger otro autobús que no siempre coincide con la llegada del bus de Palma y los pasajeros deben esperar intervalos de hasta media hora.

«No entiendo porque no ponen un bus directo», nos confiesa Dana Runjanin, nacionalizada española de origen serbio, que trabaja en el Parc Bit como agente de viajes. Dana Sufre las consecuencias de descoordinación de la correspondencia entre los autobuses, y en un trayecto que habitualmente realizaba en trece minutos tarda una hora y cuarto.

La jurista Irene Ruiz es otra de las personas afectadas por el transbordo de autobús, reside en sa Pobla y acudía a la UIB para hacer una oposición. Ayer, al llegar a las tres y media de la tarde a la parada de Son Castelló tenía que esperar media hora para la llegada del autobús con destino a la UIB. Su examen comenzaba a las cuatro de la tarde, así que tuvo que coger un taxi para llegar a tiempo.

Sebastián Mateu, conductor de la EMT, nos asegura que lo más habitual es escuchar el típico comentario, «¡Hay con las chapuzas del metro!». Sebastián que también ha conducido en otras líneas asegura que la línea 19 de la EMT sufrió un bajón muy grande cuando se inauguró el metro, un 70% de usuarios dejaron de utilizarlo. Sebastián nos comentó que los pasajeros no se suelen quejar por el tiempo del trayecto, entre diez o quince minutos, el doble o el triple que en el metro. «Más bien se quejan principalmente por el transbordo del autobús que va a Son Sardina y a la UIB una vez que llega a Son Castelló el autobús de Palma».

Los trabajadores que hacen jornada partida y vuelven a casa para comer, como es el caso de tres de los encuestados, Roberto Cifré, auxiliar administrativo, Rubén Oliver, repartidor, y Núria Mediavilla, administrativo, emplean mayor tiempo en el trayecto en autobús respecto al metro, lo que les obliga a comer con mayor rapidez.

«El bus es más entretenido que el metro porque ves la calle, pero no es práctico. Prefiero el metro por su rapidez y porque como vengo de Córdoba, una ciudad argentina que no tiene metro. Quizás por eso me gusta tanto», afirma Noé Miccolo, arquitecto que trabaja en el Polígono de Son Castelló. En resumen, los usuarios sufren las consecuencias de las obras mal ejecutadas y hechas apresuradamente. Y parece que el cierre va para largo. Paciencia.