Amina considera que las fronteras no deberían existir para nadie.

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Nació en Mallorca hace 44 años y le pusieron de nombre Catalina. Desde hace doce años, cuando abrazó la doctrina del Islam, se llama Amina, cuyo significado es «digna de confianza». Por las mañanas trabaja y por las tardes estudia árabe. Está casada con un musulmán, al que conoció siendo ya ella musulmana. No tienen hijos.

Su tránsito del catolicismo al Islam fue porque «cuando uno tiene prurito espiritual, busca la verdad y la encuentra en el Islam. En el catolicismo no encontré ninguna de esas dos cosas, ni por supuesto nada de lo que me ha ofrecido el Islam. Para mí, mi religión es paz y misericordia. ¿Que si he sentido rechazo...? En todo caso, si ha existido, es de ellos, no mío; por tanto, no me interesa demasiado. Mi madre no me ha rechazado; puede haberse visto más o menos afectada por mi cambio, pero no me ha rechazado. Al igual que mi familia y mis amigos, que sigo manteniendo. Tampoco mi marido ha sentido rechazo alguno».

Amina ya ha estado en La Meca. «Allí, con tantos millones de personas reunidas, sin que ocurra nada ni haya altercados, he podido respirar paz y tranquilidad». Rechaza de plano que los musulmanes sean los malos de la película. «Son sólo estereotipos. Hay gente a la que le interesa que se lo den todo molido y masticado, mientras que otros prefieren buscar la verdad. Allá cada uno con su nivel. Tal vez el que se diga eso es porque a alguien le interesa... que a mí no. Nosotros, desde el punto de vista de la fe, sabemos quien es el Todopoderoso, entonces eso es la tranquilidad del musulmán. Estamos tranquilos porque sabemos que el final no depende de una persona. Bush, con todo lo poderoso que es, al igual que otros países occidentales y orientales, no tienen importancia. Para nosotros el único poderoso es Dios».

Ella define el Islam como modo de vida, «al que me he adaptado. Para mí, la forma de vestir, es mi dignidad y mi libertad. Ni me acuerdo de cómo vestía antes, ni volvería a vestir así. Y si tengo una hija, querré que lleve velo, como yo. El velo es una orden de Dios». Sobre cómo reaccionaría si su marido se casara con otra mujer, no opina. «Entre otras cosas "dice" porque sé que no se va a casar con otra».

Insisto: «¿Pero si ocurriera?».
«Habría mucho que hablar. No estamos hablando de los tiempos del Profeta», concluye.

Pedro Prieto
Foto: Amalia Estabén