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La visita del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer a Palma tiene una trascendencia inesperada respecto a las previsiones iniciales. Por primera vez, el jefe del Ejecutivo español ha reconocido el déficit financiero de Balears y ha expresado su voluntad de mejorar el sistema actual de cara a la próxima legislatura, al margen de los acuerdos puntuales "vía convenios sectoriales como los anunciados de carreteras, mejora de la Platja de Palma y transporte ferroviario".

En este sentido, Zapatero ha manifestado una clara voluntad política de reparar el agravio financiero que soporta Balears desde hace décadas, tal y como ha querido explicitar el president Antich al destacar que nuestra Comunitat Autònoma está tirando del crecimiento económico español desde hace muchos años sin apenas recibir compensación alguna por este esfuerzo.

Por otra parte, la intervención de Zapatero ante el Congreso Nacional de la Empresa Familiar ha ofrecido una visión demasiado optimista de la evolución económica de España en el último cuatrienio y acentuó las buenas perspectivas de futuro sin dar, por el momento, las claves que garanticen poder superar con éxito las turbulencias económicas que se avecinan. En todo caso, el presidente trató de transmitir confianza a un auditorio en el que se encontraban representadas grandes empresas familiares de todos los sectores; una actitud en la que el presidente nacional del Partido Popular, Mariano Rajoy, no supo estar a la altura de las circunstancia aludiendo "en tono jocoso" a una cuestión tan delicada como es el cambio climático con referencias carentes de contraste científico. El dirigente conservador hizo un flaco favor a la credibilidad exigible para un político que aspira, como él, a presidir el Gobierno de España a partir del próximo mes de marzo.