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Los aviones deportivos que tomaban tierra en la pista de Son Bonet veían como imagen de referencia un avión DC-3 y dos avionetas totalmente abandonados y en mal estado.

En 2006, y después de más de diez años tirados en la zona aire, la dirección del recinto aeronáutico trasladó el DC-3 y las dos pequeñas aeronaves a una zona interior. El abandono del aparato había sido objeto de numerosas críticas en nuestro país y fuera de él ya que el respeto por este modelo de avión es comparable con la veneración que se tiene a una Harley Davidson en el mundo de las motos.

María de los Angeles Zalazar, directora de Son Bonet y Eduardo Torrens, adjunto a la dirección, son los responsables del giro positivo que ha dado Son Bonet y son ellos, en nombre y con autorización de AENA, los que tomaron la decisión de mover nuevamente el DC-3 y colocarlo en la entrada principal, para así poder restaurarlo cómodamente y ofrecer su vista a todos quienes se acerquen.

Esta mudanza, que espera sea la definitiva, requiere una grúa de grandes dimensiones. «Esta es una operación que necesita también una plataforma móvil en la que la grúa deposite el aparato para su posterior traslado», dice Torrens, para quien este avión es un emblema en el mundo del aire. «Una vez que lo tengamos allí, utilizaremos la caseta contigua como taller de materiales, que se convertirá en lugar de reunión para los alumnos que vengan a verlo, una vez restaurado». La restauración exterior estará a cargo de Joan Morey, quien ya ha colaborado en otras actividades similares, para la recreación y ambiente del interior y reparar los defectos actuales en la forma original, contarán con antiguos mecánicos, empleados de Spantax y los últimos dueños del aparato, la empresa Aeromarket, que colabora con AENA en la recuperación definitiva de uno de los orgullos de la industria. Quizás éste es el comienzo del Museo del Aire de Mallorca, porque el entusiasmo actual es el necesario para planificar otras actuaciones una vez se termine ésta. Las páginas de internet han sido críticas para este abandono y se harán eco próximamente del renacimiento del último DC-3 mallorquín.

Óscar Pipkin