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En apenas 48 horas se ha producido la llegada a Mallorca de una segunda patera, concretamente a Santanyí. La embarcación fue localizada por la Guardia Civil, que procedió a la detención de la mayoría de sus ocupantes. Con ésta son diez ya las embarcaciones que han llegado a las costas de Balears, desde 2006, transportando inmigrantes ilegales. Este fenómeno, creciente, causa preocupación y alarma social a pesar de que los desembarcos son esporádicos y muy poco numerosos, nada comparable a lo que sucede en el sur de la Península o el archipiélago canario donde los cayucos transportan centenares de personas en unas condiciones infrahumanas.

Para los responsables del Ministerio del Interior hay que descartar que Balears se esté convirtiendo en una vía de entrada de inmigración ilegal en España, aun cuando desde el norte de Argelia se están activando las rutas de inmigración ilegal.

Hasta el momento, la Guardia Civil ha podido actuar con rapidez y ha logrado detener a la mayoría de los ocupantes de estas embarcaciones que llegan a distintos puntos del sur de Mallorca, incluso cuando la propia Delegación del Gobierno ha reconocido fallos en el sistema de detección por radar.

Sería un error el bunkerizar la costa balear. La raíz del problema está en el origen. Del mismo modo que la colaboración internacional ha logrado frenar las oleadas de cayucos y pateras en otros puntos de España, está claro que desde el norte de Àfrica se están explorando nuevas vías entre las que, desgraciadamente, figura Balears. La eficacia contra el tráfico ilegal de inmigrantes obliga a un esfuerzo de coordinación con las autoridades argelinas para que se impida la organización de estos viajes que, en el mejor de los casos, llevan a la repatriación.