Jia afirma que las relaciones con los peluqueros mallorquines «son buenas, pues hasta el momento nadie me ha dicho lo contrario». Fotos: JULIÁN AGUIRRE/JOAN TORRES

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Las peluquerías chinas han proliferado en Palma que es un barbaridad, sobre todo en la zona de Pere Garau, donde hay, al menos, cinco, dos de ellas en Arzobispo Aspargo.

A diferencia de las mallorquinas, quienes cortan, marcan, tiñen, dan masajes, etc., son ciudadanos chinos residentes.

Nosotros estuvimos ayer en una de estas peluquerías, concretamente en la que se encuentra al final de la calle Arzobispo Aspargo, que está regentada por Jia Ni Wu y tiene como oficial al también chino Da zi Ran, que maneja las tijeras y el peine con gran destreza.

Para saber cómo funciona una cosa lo mejor es probarlo uno, sin ánimo de ser infiel a mi peluquero, me senté en el sillón y le pedí a Da zi Ran que me cortara el pelo. «Que no quede muy corto. Y a ser posible, quíteme el que más pueda».

Da, primero corta y luego vacía. En menos de diez minutos, me apuró, y a decir verdad me dejó satisfecho. A continuación, Jia me lavó la cabeza. Me puso la crema sobre el cabello que luego esparció a la vez que la iba mojando con agua de un frasco, lo que la convirtió en espuma. Al mismo tiempo que esparcía la espuma, me masajeaba el cuero cabelludo, masaje que luego prolongaría por cuello y espalda, y que me dejó nuevo. El enjuagado me lo hicieron tumbado y el secado, sentado. «¿Laca?», preguntó Da zi. «No, gracias. Así está bien». No me quiso cobrar nada «por esta vez», pero el precio de todo cuanto me hizo, cortar, lavar y peinar, es de ocho euros. Y si en vez de adulto es un niño, el precio es de cinco euros; y si es teñir, 23 euros.

En la peluquería hay un catálogo muy fashion de peinados. «El cliente elige el que más le gusta, y nosotros se lo hacemos, eso si, siempre adaptándolo a su cara».

Dice que cada vez «vienen más cliente mallorquines, y que si los chinos no vienen tanto por aquí es porque trabajan mucho».

Pedro Prieto