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El prestigioso psiquiatra Juan José López Ibor aseguró ayer en Palma que en la actualidad «se abusa» del diagnóstico de TDA-H, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, e incidió en la necesidad de llevar a cabo un buen análisis para distinguir los casos patológicos y aquellos que se encuentran dentro de la normalidad.

«Se trata de algo frecuente. A medida que conocemos una enfermedad y su tratamiento, parece que se incrementa su diagnóstico. Los profesionales creen reconocer más la patología. No obstante hay que ser prudente, determinar cuando hay un caso patológico y tener en cuenta que ningún tratamiento psicológico o medicamentoso está libre de efectos secundarios».

Los niños hiperactivos «son niños incómodos, con un marcado aislamiento y un desarrollo condicionado por una imagen negativa de sí mismos», aseguró López Ibor ante 400 personas en Es Baluard, donde se ha celebrado el IV Congreso Multidisciplinar de Trastornos del Comportamiento en Menores que concluyó ayer.

Desde el punto de vista de los síntomas, López Ibor destacó que en el TDA-H cambian con la edad: «En la adolescencia el mal control de los impulsos es el signo más característico. Con el tiempo, estas personas padecen un riesgo mayor de caer en conductas adictivas, delictivas y, en general, asociales».

Juan José López Ibor Aliño es catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud para la investigación y Formación en Salud Mental de Madrid, académico de la Real Academia Nacional de Medicina y autor de más de 40 libros. Ibor es además director de la revista «Actas Españolas de Psiquiatría», una de las publicaciones más prestigiosas editadas en castellano.

«Los problemas de comportamiento de los menores tienen orígenes diversos, entre ellos se encuentra la patología psiquiátrica, trastornos de déficit de la atención, trastornos bipolares, trastornos del control de los impulsos, trastornos afectivos e incluso psicosis que pueden dar lugar a perturbaciones más o menos importantes en el comportamiento del menor. Por este motivo es importante conocerlos y detectarlos, diagnosticarlos y tratarlos».