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El diputado socialista José Bono ha sido elegido presidente del Congreso sin contar con el apoyo mayoritario de la Cámara, un hecho excepcional en las sucesivas legislaturas democráticas. Ninguno de los grupos nacionalistas "Convergència i Unió, Partido Nacionalista Vasco y Bloque Nacionalista Galego" quiso dar su apoyo al ex ministro de Defensa, cuyas tesis en contra de las reclamaciones nacionalistas han sido una constante en todas sus intervenciones públicas.

Comienza, por tanto, la legislatura situando como tercera autoridad del Estado a un político, José Bono, que provoca no pocas reticencias entre determinadas fuerzas políticas que, en principio, serán decisivas para garantizar la estabilidad del Gobierno que presidirá José Luis Rodríguez Zapatero. Hasta el momento, ningún presidente del Congreso de los Diputados había requerido una segunda vuelta para acceder al cargo, circunstancia que en su primer discurso ha obviado para confirmar su voluntad de ser el verdadero árbitro imparcial del debate político en la Cámara baja.

Empieza, por tanto, la legislatura en la que se van perfilando los nuevos personajes que irán acaparando el protagonismo político en España durante los próximos años. Nuevo presidente y nuevos portavoces en el Congreso, una manera de posibilitar un clima diferente al de la pasada legislatura en el edificio de la madrileña Carrera de San Jerónimo. Socialistas y conservadores han interpretado los resultados electorales del 9 de marzo como un claro mensaje de los ciudadanos en favor del diálogo entre las principales fuerzas políticas, un clima que desapareció durante la pasada legislatura; incluso en aquellas cuestiones más trascendentales para el Estado como el terrorismo o la política exterior.