Ante la crisis del agua, el jardín puede albergar al gran desconocido, el que vive casi sin agua, el que en las películas del Oeste es el gran protagonista. En Mallorca se plantan semillas y crecen especies de cactus desde hace más de 50 años, cuando Carmen March se entusiasmó con esta especie y creó el primer y más grande jardín que se conoce en Europa. Toni Moreno fue enviado por ella a Barcelona a estudiar jardinería y junto a Juan Pañellas diseñó esta colección que sigue creciendo. En Méjico se comen las hojas y se bebe la preparación del 'San Pedro', con efectos alucinógenos y en Mallorca esta plantación de cinco hectáreas produce cactus de colores que han entusiasmado a los chinos, que los compran por miles, sobre todo los de color amarillo. Los orientales consideran que esta tonalidad trae suerte porque los emperadores teñían con oro objetos de todo tipo. En los últimos años, comienzan a plantarlos con semillas que compran en todo el mundo.
Asociar un cactus con sus espinas es tradicional, pero, como dice Moreno, «solamente te pinchas una vez, luego te cuidas más».
No son moda, pero sus colores comienzan a atraer a quienes quieren decorar parques y jardines. Azules, rojos y sobre todo, los amarillos, el Echinocactus Grusonii, el rey de la especie. Un arbusto que no se enferma y que resiste la sequía y que para alcanzar un tamaño de 30 centímetros de diámetro puede necesitar más de diez años. Los cactus con forma globular reciben el curioso nombre de 'asiento de la suegra' y su traducción a otros idiomas es universal. Sus semillas son muy pequeñas y en algunos casos hay que polinizar con paciencia para que lentamente asomen las primeras hojas. La exportación es compleja, ya que se colocan en cajas especiales que impiden que sus espinas se rompan, su belleza depende de que todas las aristas estén en perfectas condiciones, ya que no vuelven a crecer una vez rotas.
Por primera vez en muchos años, la producción mallorquina ha recibido ayudas de la Conselleria d'Agricultura del Govern balear, que colaboró en una exposición realizada en Valencia, donde se pudo apreciar la calidad de este producto mallorquín.
Óscar Pipkin
(texto y foto)
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