TW
0

Decíamos días antes de marcharme de vacaciones que el botellón ha vuelto a la Platja de Palma.
Jóvenes turistas -y no tan jóvenes- después de la cena y en lo que se hace la hora para ir a la discoteca, tras haber hecho acopio de bebidas -unos se las traen del hotel en el que son en régimen de 'todo incluido', otros las han comprando en el supermercado antes de la medianoche; en ellos pueden comprar desde la simple botella de cerveza a una especie de calimocho con cubo y largas pajitas incluido-, se sientan a beber y a charlar sobre la baja pared que, a modo de linde hay entre el paseo y la playa. Poco más o menos como hacen los usuarios del botellón del Paseo Marítimo las noches de fin de semana y vísperas de fiestas. Y al igual que aquéllos, en el de la playa son más cada noche. Así que pronto serán miles.

Aunque de momento se puede beber libremente en la vía pública -a pesar de que no sé hasta qué punto cuando la convierten en una terraza de un bar imaginario-, hacerlo se traduce, entre otros, en dos problemas. Uno, en una competencia desleal hacia los establecimientos que pagan impuestos y que están sometidos a una serie de normas legales, como nivel de ruidos, prohibición de venta de bebidas alcohólicas a menores, limpieza, impuestos, etc. Y dos, en suciedad, dado que los usuarios de este botellón dejan en el lugar cascotes, papeles, colillas, algún que otro vómito, etc., cuya limpieza corre por cuenta el contribuyente. Quiero decir que la paga usted y yo.

Luego está, naturalmente, la mala imagen que da.
Así pues, a los trileros prostitutas, proxenetas, vendedores ambulantes, ladrones y demás gente de mal vivir que se ha asentado en la Platja de Palma y que ya forma parte de su mobiliario urbanístico: tantas papeleras, tantas hamacas, tantos balnearios, tantas prostitutas, tantas collas de trileros, vamos a añadir ahora un nuevo icono: el botellón turístico, cuyas consecuencias, ya digo, sufren los empresarios y pagamos los contribuyentes.

Me consta que Emaya sale una vez más a echar un capote a Cort poniendo en marcha, en breves fechas, un plan de acción contra este botellón. Pero, ¿por qué, mientras tanto, no se echa mano de un viejo recurso que tan buenos resultados dio: pasar el camión del riego a medianoche por la zona del botellón?

Todo es cuestión de probarlo.