París es el escenario de la cumbre Euromediterránea convocada por la Unión Europea y a la que asisten los países de las orillas sur y este del Mediterráneo, en total hoy coincidirán 42 jefes de Estado y de Gobierno para abordar, al margen de la agenda oficial, un nuevo clima en las relaciones entre todos los países ribereños.
El encuentro de hoy es la continuación del mantenido en 1995 con el llamado «Proceso de Barcelona», el cual ha generado inversiones con cargo a la Unión Europea por un importe de 16.000 millones de euros. En la actualidad, el comercio de la UE con los países del sur y este mediterráneo, con excepción de Turquía, alcanzó los 120.000 millones de euros, lo que supone un 5 por ciento del total de los intercambios comunitarios. Desde el año 2000 las importanciones han crecido a un ritmo del 10 por ciento anual mientras que las exportaciones europeas lo hicieron al 4 por ciento.
El Mediterráneo está condenado a ser un gran espacio de cooperación entre sus dos riberas, cuyos desequilibrios sociales y económicos se ha demostrado que acaban provocando problemas muy serios en ambas orillas. El fundamentalismo resurge en el Magreb y la situación en los barrios marginales de distintas ciudades galas provocó un estallido de violencia que sorprendió en toda Europa, dos ejemplos de la delicada situación que se vive en ambos lados de este espacio común.
Entre los temas que abordarán los mandatarios hoy en París figura el de la creación de nuevas infraestructuras destinadas a potenciar las vías de comunicación terrestres y marítimas entre ambos continentes, una fórmula que cabe esperar que logre mejorar las condiciones de vida en el sur del Mediterráneo y frene la trágica migración de los últimos años.
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