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Desde primera hora de la mañana el ambiente que se respira en las instalaciones y pantalanes flotantes del Real Club Náutico es de lo más activo. Con la llegada de decenas de compañeros gráficos la gente comienza a preparar sus teléfonos móviles o cámaras de bolsillo para captar una imagen de la llegada del Rey o el Príncipe. Pero eso sólo es uno de los «atractivos», quizás el de mayor expectación, de cuanto sucede en el Náutico. Pues las firmas y marcas aprovechan para repartir souvenirs a modo de publicidad con bellas y atractivas azafatas. Un ejercito de estos «ángeles» en patines, reparten estos días sombreros y abanicos promocionando Madrid, que es el patrocinio de una de las embarcaciones participantes. Por otro lado, los más solidarios pudieron deleitarse con una merienda a beneficio de Unicef. Un acto en el que hubo música típica de les Illes Balears, demostración de capoeira, sorteos de viajes y premios. Y, hablando de dar, muchos se acercaron al autobús de donación de sangre, que por primera vez en la regata de la Copa del Rey se instaló esta unidad móvil para quienes quisieran ayudar a aplacar el grave déficit de sangre pudieran donarla. Los voluntarios dieron sangre y conocieron que cada donación asegura la transfusión a tres personas.

Ayer tarde, la programación de actos ofreció dos de los eventos más tradicionales como la popular fideuà y el concierto de Jaime Anglada. La fideuà debió de estar de lo más sabrosa y buena, pues muchos nos quedamos sin probar un sólo fideo y eso que había muchos kilos del imprescindible ingrediente. Al que no le faltó nada, es más, mostró estar sobrado, fue el cantautor Jaime Anglada, y regatista del CAM, quien ofreció el esperado concierto de cada año, a pesar de que había estado regateando todo el día. Tampoco faltó a la cita sus compañeros de embarcación, en la que se encuentra el príncipe Felipe, quien acudió acompañado por la princesa Letizia. En definitiva, en la copa hay mucho más que vela.