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Entre toques de sirena y movimientos de banderas transcurrió ayer la tradicional parada naval que puso fin al Trofeo Almirante Conde de Barcelona en su XXIV edición.

Una regata que ha estado marcada por una menor presencia de embarcaciones, la ausencia del restaurado Hispania y el contratiempo originado por un viento norte con rachas fuertes que llegó a provocar la anulación de una prueba.

La ceremonia de la Gran Parada Naval, en honor a don Juan de Borbón, fue presidida ayer por vez primera por el bergantín goleta Cervantes Saavedra, a bordo del cual se encontraban el almirante Fernando Pool, el delegado de Defensa, Cristóbal Sbert; el jefe del Sector Naval, José Manuel Urrutia, y el senador Joan Huguet. Al contrario que en años anteriores no asistió ningún miembro de la Familia Real.

En el desfile participaron los veleros que han tomado parte en la regata, encabezando la parada el Giraldilla para concluirla la gran goleta Creole, de bandera británica aunque propiedad de las hijas de Guzzi. Su tripulación lanzó salvas de salutación, arrió e hizo la bandera en señal de saludo y apareció formada y de uniforme en cubierta. Viejas tradiciones marineras en declive al brillar por su ausencia los veleros de la Marina Italiana, antes asiduos de esta regata. A cambio, se agradeció la presencia de la histórica goleta Isla Ebusitana enarbolando la bandera balear en señal de cortesía.

Gabriel Alomar