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Hoy hace 41 años que murió el Che. El suboficial boliviano Mario Terán, a quien habían recomendado que no le disparara a la cara, le asestó dos ráfagas; la primera le dio en las piernas, la segunda en el brazo y corazón. El hecho sucedió en la escuela de La Higuera, donde le encerraron tras haber sido apresado en la víspera en una emboscada que le tendieron en Barranco del Yuro.

Terán, que había recibido la orden de matar a Guevara desde las alturas "se dice que la dio René Barrientos", presidente de la República boliviana y un tal Ovando, de la CIA, había tenido que ingerir mucho alcohol para disparar. Poco antes de hacerlo, el Che le dijo: «Serénate y apunta bien. Vas a matar a un hombre».

Los restos del Che quedaron expuestos durante un día en la escuela. Posteriormente, junto con otros de los suyos, asesinados también, fue enterrado en Vallegrande. Al guerrillero argentino, antes de introducirlo en la fosa común, de sendos machetazos le cortaron las manos, que años después, tras largo periplo hecho por un comunista boliviano, llamado Juan Coronel, terminarían en Moscú.

Algún día puede que viaje hasta La Higuera, más que nada para conocer cómo es el escenario que vio por ultima vez el Che, y también para verificar lo que se cuenta por aquellos pagos de él: que Guevara, por muchos, está considerado un santo. Sí. San Ernesto de la Higuera, le llaman los que dicen que han visto su espíritu acudiendo en ayuda de quienes se lo han pedido.