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A la espera, todavía, de una decisión definitiva -cabe suponer que la alcaldesa, Aina Calvo, tendrá la última palabra-, el resultado final de la reunión mantenida ayer en el Ajuntament de Palma no significa ningún cambio respecto a la voluntad de modificar el itinerario tradicional de la cabalgata de los Reyes Magos, una propuesta que defiende el teniente de alcalde de Participació, Eberhard Grosske -junto con todo el equipo de gobierno-, y a la que han manifestado su rechazo comerciantes y colectivos de ciudadanos, ya que supone romper con una inveterada tradición.

La seguridad es el principal argumento esgrimido por Grosske para defender el cambio de recorrido de la Cabalgata de los Reyes Magos en Palma, basándose en un informe técnico elaborado por la Policía Local. No cabe duda de que las razones en favor del nuevo itinerario existen, pero se desconocen las propuestas de seguridad en favor de mantenerlo. Toda concentración humana entraña riesgo, pero la responsabilidad de los organismos responsables es minimizarlo al máximo, y Cort, por fortuna, tiene medios suficientes para hacerlo si quisiese contar con los efectivos que dispone de Policía Local, Bomberos y voluntarios de Protección Civil.

En aras a una más que razonable exigencia de coherencia a los responsables del Ajuntament de Palma, cabe preguntar si también quedarán prohibidas la inminente celebración de Cap d'Any en la Plaça de Cort y la verbena de la Revetla de Sant Sebastià en la misma plaza, alegando razones de seguridad, ya que en ambos actos se da la asistencia de muchísimos ciudadanos abarrotando ese espacio público.

Cort quiere imponer su criterio a todos los ciudadanos de Palma. A partir de ahora la polémica está servida. Lo malo es que, en este caso, se juega con la tradición y la ilusión de los más pequeños.