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NEUS AGUILÓ Antonio Cabrera Olmedo nació en Ciudad Real hace treinta años. A los veintiuno, entró en el Seminario, cursó estudios de Teología, hasta que en 2006 fue ordenado sacerdote. Pertenece a la orden de los Clérigos Regulares, más conocidos como padres teatinos y es uno de los siete integrantes del convento de los teatinos en Palma, en el colegio de San Cayetano.

Cabrera "el padre Toni" tomó la decisión de llevar una vida religiosa al finalizar los estudios de COU: «Cuando terminé el instituto, en Tomelloso, empecé un voluntariado asistiendo a ancianos y realizando actividades de tiempo libre en una barriada de familias gitanas. En esos momentos me conmovió ver que la gente que estaba conmigo se desvivía por personas ajenas desde una dimensión de fe muy profunda».

En una sociedad y una época donde las vocaciones religiosas brillan por su casi total ausencia Antonio Cabrera sintió que su destino era el sacerdocio: «Es una evidencia que tenemos una falta de vocaciones, lo que tiene que ver con la falta de espiritualidad; desde hace mucho tiempo existe una dinámica que empuja a las personas a decir 'soy lo que toco, lo que siento y lo que veo'».

En cuanto a los motivos que provocan la falta de fe, Cabrera afirma que «actualmente vivimos sumergidos en el materialismo, en el aparentar y en el deseo de tener siempre la razón; eso nos convence de que Dios no es necesario, lo que provoca falta de fe; en definitiva, no existe una profundidad de búsqueda».

Cabrera asegura que la Iglesia no está en contra de las personas homosexuales pero «sí está alerta ante la avalancha mediática que obliga a que creamos en un tipo de unidad familiar en el que no podemos creer. Respeto la unión homosexual pero no creo en ella. Entiendo que una pareja del mismo sexo viva una vida de cariño y respeto y entrega mutua en fidelidad pero no creo en el Día del Orgullo Gay».

Cabrera, en cambio, no es partidario de denominar matrimonio a la unión entre dos personas homosexuales.
Frente a las diversas críticas hacia el Vaticano por su ostentación y riqueza, Cabrera asegura que «en la Santa Sede hay muchos hombres y mujeres que luchan por los más pobres».

En ese sentido añade que «es cierto que el Vaticano debe cuidar su patrimonio cultural pero también destina millones de euros a sostener acciones sociales y obras misioneras en distintos países subdesarrollados».

Las prácticas de otros cultos son para Cabrera «un enriquecimiento porque todas las religiones ayudan a la persona a vivir una vida abierta a la trascendencia».

No obstante, entiende que «son caminos que necesitan completarse y yo, como católico, creo que se completan a través de la figura de Jesús de Nazaret».