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Quien no se divierta esta noche no se divertirá en ninguna noche del año. Eso es lo que se dice por ahí, que luego vayan a saber si es verdad. Lo cierto es que la de hoy es una noche para salir de casa, a divertirse. Claro que, como también los hábitos han cambiado, no todo el mundo está dispuesto a sumergirse en la jungla en la que se transforma una noche como la de hoy. Quedarse en casa, unos lo achacan a la crisis y otros a los controles de alcoholemia. Lo cierto es que la crisis, si nos guiamos por las reservas en locales de alta gama, no afecta a todos por igual. En cualquier caso, las ofertas no se han visto afectadas por la crisis, otra cosa es que los locales cubran sus expectativas.

También hay que saber elegir el lugar, sobre todo pensando que la Nochevieja no es para gente aburrida, esa que a poco de finalizar la cena empieza a bostezar. Porque como uno caiga en una de esas está perdido. ¿Nos permite algunas sugerencias para hoy? Restaurantes Sa Terrasa y Resident (ambos en Santa Ponça), cena por 50 y 45 euros, respectivamente; Ciro's, dos platos más postre y cotillón por 60 euros; Rififi, menú de gala por 85 euros, incluye variado de mariscos de primera calidad, vino y cotillón; Casino de Mallorca, cena de gala, cotillón y baile, por 130 euros; Son Amar, cena y espectáculo desde 100 euros; IO Music Club cena, cotillón y baile por 140 euros; Riskal (Salón Tramontana) cena, cotillón, uvas, baile con orquesta, botella de cava, por 185 euros más IVA. Hotel Valparaiso, cena, cotillón, baile, barra libre, 300 euros por persona. En el caso de que se queda a dormir, 400. Incluye desayuno. Hotel Victoria, cena cotillón, uvas de la suerte, barra libre, baile con orquesta, etc., 250 euros por persona. Si opta a la habitación, 280 euros. Hotel Son Vida, cena de gala, cotillón, baile, etc., 325 euros por persona; si se queda a dormir, hay que añadir, por persona, 199 euros. Incluye desayuno. Lo más barato, desde luego, es montarse una fiesta en Cort y luego tomarse dos o tres cervezas con los amigos y terminar en el botellón.

Pedro Prieto