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El Passeig Marítim, zona de botellón por excelencia, amaneció una vez más, convertido en un verdadero estercolero tras el paso de quienes celebraron la entrada del nuevo año.

El gran número de botellas, latas, y plásticos tirados por el suelo revela que fueron muchos los jóvenes que decidieron iniciar el año haciendo botellón, pero también deja constancia del poco civismo de muchos de ellos.

Y es que, pese a los contenedores instalados, pocos hicieron uso de ellos como bien reflejan las fotos. Unas fotografías que más parecen tomadas en un país tercermundista que en la zona más cosmopolita de nuestra turística ciudad. Lo triste es que nadie pone remedio a estos hechos que ya casi se han convertido en habitual y que debería avergonzar a más de uno.

Así pues, mientras los del botellón se tomaban su primer chocolate del año o dormían plácidamente en sus casas tras una larga noche de fiesta, una brigada de trabajadores de Emaya se empleaba a fondo desde el amanecer para que el Passeig Marítim recuperara su imagen habitual y recogiendo centenares de botellas y plásticos.