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BORJA CATALÀ «El 30 de mayo de 1996 el señor (Jaume) Gibert (ex celador del Ajuntament de Andratx, condenado a cuatro meses de prisión en el 'caso Andratx') apareció en las obras del chalet que el hombre que me había vendido la finca estaba construyéndose en mis terrenos. El vendedor sacó su cartera y le dio un fajo de billetes a Gibert, que se guardó en la chaqueta. Después, estuvo hablando un largo rato».

Eso es lo que afirma Wilhem Klumpp, un hombre que en el año 1995 compró una parcela en Andratx situada en unos terrenos que le habían informado que eran urbanizables.

De hecho, antes de realizar la adquisición solicitó información sobre los terrenos al entonces jefe de Urbanismo del Ajuntament, Jaume Massot (también condenado a 8'6 años de prisión) que le explicó que «de ninguna manera se podía construir al lado de su finca, ya que el Àrea Natural de Especial Interés (ANEI) no es urbanizable».

Wilhem compró los terrenos, pero poco después, asegura, el hombre que le había vendido la finca, Antoni Aguilera, comenzó a construir un chalet en la parcela recientemente adquirida y que, según su opinión, se parecía mucho al del ex alcalde Eugenio Hidalgo, condenado por un delito de corrupción. Además, una valla metálica levantada en el interior de los terrenos separaba la zona donde se estaba construyendo la nueva edificación del resto de la finca. Aquí comenzaron todos los males de cabeza de Wilhem, a quien la compra de una finca sólo le ha traído problemas.

Cuando comenzaron a construir la casa en su terreno, Wilhem se dirigió a Massot, que le dictó la denuncia que debía presentar. Poco después también denunció esta situación al Consell de Mallorca, y más tarde, tuvo lugar la supuesta visita de Jaume Gibert.

Pero, la sorpresa de este hombre fue incluso mayor cuando descubrió que la casa que estaban construyendo en sus terrenos se anunciaba en venta en un periódico. Después, según explica el ciudadano alemán, cuando se marchó unas semanas a su país, en 1996, Aguilera procedió a cortarle el suministro de agua en su finca.

Wilhem, que actualmente tiene 86 años, confiesa que está «cansado» de todo esto y afirma que ya ha sufrido un ataque al corazón.