En lo que era zona baldía se han plantado miles de pinos.

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El centro penitenciario de Palma va camino de convertirse en un vergel. Si ya lo es en su interior, donde las fuentes y jardines ocupan gran parte de sus espacios libres -todo ello obra de internos llevada a cabo durante el mandato del anterior director-, en un futuro lo será externamente, pues las zonas asilvestradas que rodean el recinto se están transformando en pinar y huerta, todo también por obra de los internos, dirigidos por Tolo, persona fundamental en ese engranaje, integrado en la Asociación Cultural Gitana, y en adelante por el denominado Proyecto Oxígeno, dirigido por dos ingenieros agrónomos.

De todo ello nos habla el director de centro, Manuel Avilés, persona que en el corto periodo de tiempo que lleva ejerciendo su cargo ha puesto en marcha numerosas iniciativas, entre otras esta repoblación forestal extramuros.

«Están en marcha unos proyectos -nos contaba Avilés- que tienen que ver con la plantación de árboles y la creación de huertos de los que obtendremos un provecho. Al primero lo hemos denominado Proyecto Oxígeno, dirigido por dos ingenieros agrónomos que trabajan con un grupo de veinte internos a los que dan clases teóricas que luego llevan a la práctica en el exterior de forma controlada, de acuerdo con el artículo 100.2, que viene a ser una modalidad de segundo grado que les faculta realizar actividades fuera del centro, en este caso dos días a la semana. Por ello, cada uno percibe 50 euros al mes. En este proyecto, muy positivo en cuanto al aspecto terapéutico y de aprendizaje del interno, se cuenta con la colaboración de la Fundación de la Biodiversidad, de Medio Ambiente»

El otro proyecto es el de la explotación agrícola, para el que se cuenta con la colaboración de la Conselleria d'Agricultura, y consiste en plantar encinas y pinos -de estos ya hay 4.500 plantados de los 6.500 previstos-, plantas y cultivos autóctonos, así como trasformar espacios en huertos, que vimos cómo estaban siendo rodeados de vallas a fin de que no entren conejos y los destruyan; huertos que surten de semillas -de melones, sandías, etc.- que crecen en un vivero construido en la zona. En este proyecto también colabora el IBANAT. Con todo esto, aparte de transformar un páramo en vergel, se consigue que el interno esté ocupado, con lo cual se debilita uno de los principales peligros que existen en cualquier prisión: la ociosidad.

Pedro Prieto

Foto: Pep Bergas