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La legislatura autonómica cumple dos años desde la toma de posesión de Antich como president, atraviesa su ecuador y, por tanto, se presenta el momento de mirar hacia atrás para hacer balance y de mirar hacia adelante para plantear todos aquellos asuntos que quedan pendientes. El president, Francesc Antich, recién llegado de su periplo caribeño, se muestra satisfecho del camino recorrido, aunque reconoce que los obstáculos que ha encontrado eran imprevisibles y difíciles de sortear. Más previsibles eran algunas de las fricciones surgidas a la hora de poner de acuerdo a los partidos que forman parte del Govern.

Se refería el president, claro, a la crisis económica, que se ha 'comido' todas las prioriades políticas, económicas y sociales previstas con anterioridad. No lo tenía fácil, de cualquier modo el president desde el mismo momento en que tomó posesión de su cargo. La herencia recibida tras cuatro años de mandato 'popular', repleta de deudas millonarias, era más una carga que una oportunidad. Pero aún le esperaba a Antich el estallido de la crisis más grave que se recuerda. Y todo en una comunidad que vive casi exclusivamente del turismo, cuyo devenir depende directamente de los bolsillos de la clase media europea.

Aun así Antich está contento de cómo se está gestionando la crisis y de los esfuerzos que su equipo está realizando para suavizar el drama en la medida de lo posible.

Queda, claro, lo más complicado: conseguir afianzar una financiación autonómica digna de Balears. Ése es el gran caballo de batalla para Antich en lo que queda de legislatura: lograr que una de las comunidades que más riqueza aporta al país reciba parte de esa riqueza de regreso, que Balears alcance de nuevo las cotas de bienestar que consiguió hace años, superando incluso la media de los países más punteros de Europa.