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La normalidad fue ayer la nota predominante en la capital balear, tras la cadena de atentados que la banda terrorista ETA llevó a cabo el pasado domingo. «Si nos asustamos ganarán ellos y eso no podemos permitirlo», aseveró el propietario de la tienda Vimla S.A., Pishu Budhrani, ubicada en las galerías comerciales de la Plaça Major, donde explosionó un pequeño artefacto colocado en el baño de mujeres.

Afortunadamente, los terroristas no han conseguido alcanzar su objetivo, ya que las galerías comerciales tuvieron ayer incluso más visitantes que otros días, puede que debido a la inestabilidad meteorológica. Así, varios comerciantes de la zona coincidían en asegurar que había «más gente incluso de lo normal», al tiempo que destacaban que no se había producido un descenso de las ventas. Por su parte, los vecinos y turistas que paseaban ayer por la zona, aseguraban que no habían modificado sus hábitos y manifestaban que «estar con miedo es lo peor que se puede hacer».

Las nubes obligaron a muchos turistas a cambiar un día de playa por un paseo por el centro de Palma. Así, las principales calles comerciales eran un auténtico hervidero de gente, en las que los turistas realizaban sus compras y tomaban algunos aperitivos en los restaurantes y terrazas. El único incidente fue que las fuerzas de seguridad tuvieron que desalojar la tienda Disney de la calle Sant Miquel durante una hora, porque encontraron una mochila negra abandonada. Finalmente resultó ser una falsa alarma.

En Avenidas, donde ETA hizo explosionar el primer artefacto en el bar Nica el domingo, y Plaça d'Espanya también se respiraba tranquilidad.
La normalidad también reinó ayer en el Portixol, la otra zona de Ciutat en la que la banda asesina ETA intentó sembrar el pánico el pasado domingo haciendo explotar dos artefactos en restaurantes de la zona.

Si bien es cierto que había menos bañistas que en otras ocasiones, las responsables fueron las nubes y no los etarras. Una prueba de ello es que por el Portixol pasearon ayer numerosas personas. «Seguiremos haciendo vida normal; desgraciadamente esto ya es algo normal», explicaba un gallego que se encuentra pasando unos días de vacaciones con su mujer y sus hijos en el piso de su hermano. Además, aseguraba que seguirán visitando la Isla, puesto que los atentados se pueden producir «en cualquier parte de España».

Restauración
Los restauradores de la zona se mostraron ayer confiados en que los atentados no provoquen un descenso de clientes. «La gente va a seguir respondiendo; ahora es más seguro que antes», declaraba el propietario de Enco, Miquel Mas, el bar en el que explotó un artefacto a las 16:00 horas. «Los daños fueron mínimos», detalla; y espera poder abrir su local hoy mismo. Mas acudió a Enco alertado por la información de la de la explosión de otro local de la zona; aunque cuando llegó la policía ya no le dejó pasar.

El bar Yam, justo al lado del Enco, tuvo ayer una clientela similar a la habitual. «Creo que el atentado no tendrá repercusión», vaticinaba el encargado del citado local, Orazio.

Los turistas quisieron mostrar su apoyo a los restauradores de la zona y no dejaron de acudir a sus instalaciones. «Es una putada para todos», aseveraban dos jóvenes de Bilbao que han elegido la Isla para pasar sus vacaciones. Además, comentaron que la policía los paraba constantemente por tener un coche con matrícula de Bilbao.

Por su parte, los vecinos de la zona, también hacían vida normal. «Hasta las ocho de la tarde (del domingo) no nos dejaron salir de casa, pero hoy estamos bastante tranquilos», comentaban un grupo de mujeres.

El elevado número de periodistas que se desplazaron ayer a la zona, así como las unidades móviles, cámaras de televisión y fotógrafos, fueron los únicos que alteraron la relativa normalidad que se respiraba en la zona. En este sentido, la amplia cobertura mediática era mucho más llamativa que los trabajos que realizaban las fuerzas de seguridad.