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Se han cumplido los primeros cien días de Patxi López como lehendakari, cargo al que accedió gracias a un acuerdo entre el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular del País Vasco, una alianza en la que las dos direcciones estatales de ambas formaciones políticas dieron su autorización en un acuerdo sin precedentes y que supuso, al menos de manera explícita, el fin de la escalada de tensión en materia de política antiterrorista que se venía manteniendo desde hacía tiempo.

Apenas tres meses es un período de tiempo insuficiente para calibrar en profundidad la política de un gobierno, pero sí permite intuir la tendencia, el camino, que se quiere imponer en los próximos años. En este sentido, el mandato de López al frente del País Vasco está representando un giro radical respecto a la actitud del Partido Nacionalista Vasco durante 30 años en relación a la violencia etarra y el entorno abertzale más radical. El Gobierno vasco no sólo ha hecho gestos en contra de la violencia terrorista, además está poniendo sus medios para no dejar el más mínimo resquicio ni cobijo a los que les dan amparo. El caso de la prohibición y persecución de cualquier forma de homenaje a los terroristas es una buena prueba de ello.

De este cambio de actitud, que cabe celebrar, Balears ha sido testigo directo con la presencia en Mallorca tanto del lehendakari López como de la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, en los actos de repulsa convocados con motivo del reciente y mortal atentado de ETA en Palmanova que segó la vida de dos guardias civiles. Todavía es pronto para determinar qué futuro tiene esta alianza excepcional de socialistas y conservadores para una situación excepcional en el País Vasco.