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La fe y la devoción de los fieles de la Isla no se están viendo afectados por el temor a posibles contagios de gripe A. En este sentido, el pánico que se vive en algunos ámbitos no ha llegado al religioso. Una prueba de ello es que ayer se podía contemplar a numerosas personas besando o tocando a diferentes imágenes religiosas de la capital balear.

La Conselleria de Salut no se ha pronunciado sobre si se debe evitar o no tocar y besar a las imágenes, dar la mano durante los oficios religiosos o que las pilas tengan agua bendita. Por su parte, el Obispado de Mallorca espera a que la Conferencia Episcopal tome una decisión sobre este asunto.

Mientras tanto, ayer se formaron colas en la iglesia de Sant Miquel para tocar a la Mare de Dèu de la Salut, que celebraba su festividad. «No pienso en que pueda contagiarme de gripe A», explicaba Paula tras tocar a la patrona de Palma. Además, añadía que piensa seguir haciéndolo y consideró que hay mucho alarmismo sobre este tema. En el mismo sentido se manifestaron Vicenç y Maria mientras hacían cola para tocar a la Mare de Dèu de la Salut. «Hay demasiado alarmismo y nosotros no pensamos dejar de hacerlo», sentenciaron. Por su parte, el rector del Sant Miquel, Antonio Gómez, reiteró que hasta que el Obispado no de orden de lo contrario, los fieles podrán seguir besando y tocando a las imágenes.

Otra parroquia a la que también se acercaron ayer numerosos fieles fue a la del la Sang, con la finalidad de tocar al Crist de la Sang. «No dejaremos de hacerlo por la gripe A; hay demasiado alarmismo», explicaban Carmen y Vicenta. «Si me dicen que no lo haga no lo haré, pero ni me lo había planteado», confesaba Isabel. Sin embargo, algunos fieles, aunque pocos, si han empezado a tomar medidas. «No lo he besado porque lo aconsejan; antes sí lo hacía, pero no hace falta besar a las imágenes, creo en lo que yo siento». Por su parte, el prior de la Sang sostuvo que «hasta que no salga una disposición de la Conferencia Episcopal y del Obispado no tomará medidas». Mientras tanto, consideró que «cada uno debe hacer lo que le diga su conciencia».