El skyline de Palma está sufriendo una transformación radical, la ejecución del proyecto de la fachada marítima de la ciudad, en estos momentos con la construcción del Palau de Congressos, modifica de manera sustancial el perfil urbano de la ciudad y, además, condiciona de una manera irreversible uno de sus principales accesos: la autopista de Llucmajor.
El diseño realizado por el arquitecto navarro Patxi Mangado de la llamada fachada marítima -el Palau de Congressos y el hotel anexo- se antoja excesivo, a la vista de la evolución de los trabajos cuya continuidad, teniendo en cuenta las amenazas de retirada del Grupo Barceló -único promotor financiero de la UTE original-, está amenazada. Nadie, hasta el momento, ha querido cuestionar el resultado final de unos edificios que tendrán un indudable impacto sobre el paisaje urbano de Palma.
La ubicación del Palau de Congressos, lindando con la autopista de Llucmajor, obligará a reducir la anchura de los seis carriles actuales para respetar un retranqueo mínimo respecto a la calzada. La sensación de 'muro' del Palau entre la ciudad y el mar es ya palpable, los vecinos no ocultan hablar de agobio.
Mangado, el arquitecto diseñador de las obras, es el único que defiende a capa y espada su proyecto urbanístico cuya viabilidad está en entredicho.
Sobrecostes
El Grupo Barceló ya ha anunciado su deseo de paralizar las obras. La crisis económica, que ha castigado especialmente a esta cadena hotelera que había realizado fuertes inversiones inmobiliarias en el extranjero, le ha llevado a anunciar su voluntad de abandonar, en mayo de este año, los trabajos.
Las razones esgrimidas por el Grupo Barceló para justificar su decisión se centraban en los sobrecostes derivados de las modificaciones impuestas por el arquitecto Patxi Mangado, que valoró en 30 millones de euros, postura desmentida por su socio -Acciona- y el propio autor del diseño de los edificios.
El Grupo Barceló, junto con Acciona que posee un 5% del total, es la única que ha seguido adelante de la UTE adjudicataria del proyecto en febrero de 2007. Empresas como Globalia, Sampol e Iberostar han salido previamente de esta alianza empresarial que debía materializar uno de los proyectos emblemáticos de Palma, un equipamiento -el palacio de congresos- reclamado históricamente por el sector hotelero como una de las deficiencias a corregir de la oferta turística de Mallorca.
El Palau de Congressos debía ser el motor de la desestacionalización, pero la crisis ha cambiado las prioridades. No hay mercado.
Negociación
Mientras el Grupo Barceló insiste en rescindir el contrato que le obliga a continuar con el proyecto, el Ajuntament de Palma trata de encontrar una salida a lo que se vislumbra como una auténtica catástrofe: el esqueleto de un edificio abandonado en la entrada de la ciudad a la espera de una solución judicial que se puede demorar durante años, muchos años. Esta es la principal baza del Grupo Barceló ante las instituciones.
La alcaldesa de Palma, Aina Calvo, hasta el momento, sólo ha sido capaz de empeñar su palabra en asegurar que la ciudad tendrá su Palau de Congressos y que, por tanto, las obran no se van a detener bajo ningún concepto; una afirmación que más parece una declaración voluntarista que una solución real al problema.
En este conflicto también está mediando el presidente del Govern, el cual también está tratando de evitar que el Palau de Congressos embarranque de un modo definitivo. El hermetismo con el que se trabaja impide adivinar la orientación final de la resolución del conflicto, aunque ya se da por sobreentendido que el Grupo Barceló no logrará sacar ningún rédito económico a su huida.
Aquello que ya no tiene remedio es el cambio del skyline ciudadano, un proyecto que debía ser emblemático y dinamizador de un pedazo importante de la fachada marítima de Palma se está convirtiendo en una nueva 'frontera' urbana sin remedio.
Los documentos dicen que a finales del próximo año debía inaugurarse el Palau de Congressos y el hotel anexo, ahora son pocos los que aciertan a dar una fecha aproximada de cuando se abrirán las puertas del edificio.
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