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Uno de los proyectos más emblemáticos de esta legislatura para el Govern era, sin duda, la construcción del recinto ferial, una infraestructura largamente demandada por los principales sectores productivos desde hace décadas. La utilización de la Terminal A del aeropuerto de Son Sant Joan perpetúa la provisionalidad de las instalaciones, una vez que se derribó la nave industrial del Polígon de Llevant. La localización de unos terrenos idóneos fue una tarea compleja que obligó a una ardua negociación con el Ajuntament de Palma hasta que se acordó la ubicación en los terrenos de Son Bordoy, proceso en el que participó de manera muy activa la Conselleria de Comerç.

El cambio del técnico responsable en Cort ha tirado por tierra toda la labor realizada hasta el momento. La exigencia de una nueva recalificación de la parcela en la que se debía construir el recinto ferial supondrá, con total seguridad, un nuevo retraso en los plazos de ejecución del proyecto. Tiempo y dinero es lo que se está perdiendo por la falta de previsión y diligencia en el Ajuntament de Palma para garantizar la continuidad de una iniciativa tan trascendental como es el recinto ferial, cuestión sobre la que deberían responder los actuales responsables municipales.

A la vista de lo sucedido, el proyecto de construcción del recinto ferial queda a expensas de lo que acuerden las dos principales instituciones implicadas, el Govern y la Conselleria de Comerç por una parte, y el Ajuntament de Palma por otra. Lo que resulta indiscutible es que esta dotación de promoción comercial no puede seguir dilatándose en el tiempo, una espera que significa incrementar la pérdida de competitividad de nuestras empresas.