Las oficinas que cerrarán son las de Ceuta, Melilla, Logroño, Pamplona, San Sebastián, Santander y Toledo, que son las que tenían menos actividad.
A partir de mañana, el Banco de España dispondrá de quince sucursales en las siguientes ciudades: Alicante, Badajoz, Barcelona, Bilbao, A Coruña, Las Palmas, Málaga, Murcia, Oviedo, Palma, Sevilla, Tenerife, Valencia, Valladolid y Zaragoza.
La actividad de las siete sucursales que cierran hoy representa apenas el 9,3 % del total de la red, ya que su operativa con las entidades de crédito es muy restringida, así como con los particulares, que disponen de cauces alternativos -el correo postal o Internet- para trámites como la compra de deuda pública o la presentación de reclamaciones contra entidades de crédito.
Los cierres no implicarán despidos, ya que, según explicó en su momento el Banco de España, las 58 personas que trabajaban en las siete sucursales podrán solicitar el traslado a las oficinas más cercanas en las que existan vacantes o a Madrid.
El Banco de España abrió un proceso de negociación con los sindicatos para alcanzar un acuerdo sobre las modalidades precisas de esta adaptación laboral.
Se trata de la tercera reestructuración de la red de oficinas que realiza el Banco de España desde 1978.
Entre ese año y 1982 se cerraron dieciocho de las setenta oficinas que había entonces, con lo que quedó una en cada capital de provincia, además de otra en Santiago de Compostela.
Después de la puesta en circulación de los billetes y monedas en euros, en 2002 el Banco de España cerró otras treinta sucursales, entre el mencionado año y 2004, con lo que quedaron las veintidós que había hasta ahora.
De ellas, sólo las quince que seguirán abiertas a partir de mañana tienen operativa plena, incluyendo el centro mecanizado de tratamiento de billetes y el servicio de caja a las entidades de crédito.
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