El colectivo que más recurre a la síndica es el de los estudiantes y a lo largo del pasado año las demandas más frecuentes se refirieron a evaluaciones académicas. Según la interpretación de la síndica, «la implantación de los nuevos estudios de grado ha supuesto un sistema de evaluación continua, numerosas calificaciones, ... y en ocasiones los estudiantes se crean unas expectativas que si luego no se cumplen originan dudas o quejas». Otras reclamaciones se refirieron a la valoración de los planes de estudio, el sistema de becas o la necesidad de espacios para hacer los trabajos en grupo, una exigencia también de la metodología del plan Bolonia.
Las quejas por conflictos personales entre alumnos o con profesores fueron «pocos», reconoce Petrus. Las consultas o demandas del personal de administración o del docente tuvieron que ver las asignaciones de docencia o la estabilidad laboral, ya que muchas personas se preocupan por los recortes o quieren saber qué criterios seguirá la UIB para amortizar plazas, explica.
Sobre su primer año de gestión, la síndica reconoce que «me ha sorprendido el intenso ritmo de trabajo que exige, sobre todo en determinadas épocas», pero apreció que «es un observatorio privilegiado de la UIB, que puedo observar desde una perspectiva diferente».
Petrus, geógrafa y profesora del Departament de Ciències de la Terra, accedió al cargo en noviembre de 2010.
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