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Las Hermanitas de los Pobres, que desde 1877 acogen y cuidan a personas mayores con escasos recursos económicos en su residencia de General Riera, han llevado a cabo una campaña de buzoneo para pedir ayuda económica para «poder arreglar una gran avería en la instalación del agua, que nos ha obligado a cambiar toda la instalación, lo que nos ha supuesto un gasto extraordinario de 300.000 euros».

Cartas

Así lo explica la madre sor María Pilar de los Ángeles, la máxima responsable de la congregación en Palma, «repartimos 20.000 cartas durante los meses de verano, pero no hemos tenido una gran respuesta» afirma y añade que «lo que ha venido bien venido sea porque la verdad es que lo necesitábamos y continuamos necesitándolo».

Además, también se llevó a cabo un concierto solidario a cargo de la Banda de la Comandancia Militar de Balears «que fue muy bonito» y ahora, junto con un grupo de voluntarios, «estamos organizando una paella solidaria, para el próximo domingo día 14 de octubre a las 13.45 horas, con un coste de 10 euros por persona, para recaudar fondos».

En las Hermanitas de los Pobres de General Riera viven 13 hermanas, «una de ellas ha venido desde la Península a ayudarnos porque estábamos pobres de personal», explica la madre y añade que «hay tres de ellas que son mayores y a las que tenemos que ayudar».

En la residencia trabajan 35 personas contratadas en distintos departamentos -auxiliares de enfermería, enfermeras, gericultoras- que están al cuidado de los residentes. «Nosotros lo que tratamos es que seamos una gran familia, no importa cual es la profesión de cada uno, lo importante es que las personas mayores estén bien cuidadas y estén contentas», afirma sor María Pilar de los Ángeles.

La residencia cuenta en la actualidad con 71 ancianos, con capacidad para 90, «pero tenemos una lista de espera muy grande y ahora sólo podemos acoger a personas válidas porque dependientes ya no podemos atender más porque hemos sobrepasado el cupo».

Los ancianos que viven en la residencia de las Hermanitas de los Pobres acuden a ella «por decisión propia» y entregan un 85 % de su pensión, en caso de que la tengan, el resto es para ellos.

«Nosotras vivimos gracias a la providencia, gracias a las personas que nos ayudan», añade la madre y puntualiza que «no tenemos subvenciones, ni convenios con las administraciones».