En una jornada como la de ayer, dedicada a la atención a los medios informativos, el nuevo obispo de Mallorca encontró unos minutos para responder a las preguntas de Ultima Hora.
—¿Qué significa para usted ser enviado como pastor a la Diócesis de Mallorca?
—Una labor pastoral a desarrollar a la que acudo como el más humilde de los mallorquines, para convivir con ellos en todo lo que les afecta, y al mismo tiempo como un sacerdote que representa a una Iglesia universal.
—¿Dada su dedicación a la tarea de catequesis de la Iglesia, la impulsará notablemente en la Isla?
—No sería honesto por mi parte decir que la catequesis, entendida como una formación de las personas desde temprana edad, no sea en mi consideración una tarea decisiva para la Iglesia en la hora presente. Ahora bien, como obispo de Mallorca, intuyó que tendré muchas y variadas misiones, y a todas ellas me dedicaré.
—¿Cómo aborda su llegada a una Diócesis con tan variados orígenes y grupos sociales de los creyentes en Cristo?
—Como un extraordinario lugar para transmitir la fe en Cristo, entendiendo que debemos abordar lo concreto de cada origen social y cultural para llegar al corazón de los fieles.
—¿Qué recuerdo le acompaña de su obispado en Eivissa, donde dejó una agradable huella?
—Si efectivamente me recuerdan así, será que mis sentimientos y el cariño de las personas se acompasaron. Para mí fueron cinco años en los que me sentí como miembro de una familia extraordinaria.
—¿Cómo asume su llegada a la Diócesis mallorquina, en la que parte de los sacerdotes reclamaban la presencia de un prelado originario de Balears?
—Como el primer interlocutor de todos ellos, con los que haré Iglesia en Mallorca. Su opinión sobre ese y cualquier otro argumento me servirá para hacerme una idea cabal de dónde y cómo estamos en la Isla por lo que se refiere a nuestra misión pastoral. No me parece que esas ideas previas vayan a ser un problema en el obispado.
—¿Tiene una idea de lo que significa en entorno de lengua catalana el «problema de la lengua»?
—Quisiera resumir lo que para mí representan esos llamados «problemas de la lengua», partiendo del hecho de que hablo catalán. En mi opinión el uso de los idiomas es una cuestión más afectiva que intelectual. Dicho de otro modo, qué mayor riqueza personal que saber cuantos más sean posibles para comunicarme con cuantas más personas pueda.
—¿El pastor de una diócesis aspira tanto a que le quieran la comunidad diocesana y los fieles como a amar a cada uno de ellos?
—Desde el seminario, en mi caso el de Valencia pero doy por hecho que todos los demás, fuimos formados para querer a todos y cada uno de nuestros semejantes con una clara consideración que nunca he abandonado, y que significa que el padre siempre tendrá que querer más al hijo que viceversa. Y si hablamos de la labor de un obispo, está claro que yo intentaré ser quien más ame a mis conciudadanos.
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