Jaume Santandreu se encadenó a sa Casa Llarga este jueves. | Joan Torres

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Jaume Santandreu no será desalojado este sábado de sa Casa Llarga, fecha en la que finaliza la cesión por parte de la familia Feliu Fernández, propietaria de la finca. Para recuperar los terrenos, el lunes presentarán una demanda por desahucio al haber expirado el plazo de la cesión.

El exsacerdote, que desde el jueves está encadenado en señal de protesta, ya avanzó que este sábado no entregará las llaves, como le exigió la propiedad. Este viernes, tras pasar la primera noche encadenado, aseguró que en el último año la propiedad no le ha dicho «absolutamente nada».

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Respecto de la primera noche con cadenas, en su blog, Santandreu confesó que, a las doce de la noche, sintió una «angustia tan fuerte» que estuvo a punto de llamar a los amigos que guardan la llave del candado que lo mantiene atado. Sin embargo, resistió. Pasó la primera noche «en memoria de nuestros mártires, que resistían las horas, la inmovilidad y las cadenas fumando porros», en recuerdo de los «auténticos iniciadores del movimiento marginal que aguantaron quince días encadenados al caballo del Rei En Jaume».

Santandreu no está solo. Además de amigos que lo visitan constantemente, la presidenta del Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS), Catalina Cirer, está trabajando para encontrar una solución para las personas que usan los servicios de Can Gazà. Cirer, que visitó al activista el jueves por la tarde, reconoció la labor que llevan a cabo y no los dejará solos.