Miquel Vidal y José Ramón Bauzá. | M. À. Cañellas

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El gerente del PP Balear, Lorenzo García Moll, anda molesto desde que esta sección publicase que militantes del partido investigan si es cierto que cobra un sueldo de la calle Génova (dos mil al mes) aparte de los tres mil que gana como asesor del Grupo Parlamentario aunque él sólo trabaja en la sede y nunca se le ha visto ayudando a ningún diputado.

Lo seguro es que García Moll, que fue nombrado gerente por José Ramón Bauzá en sus mejores días de vino y rosas, es partidario de la ley del silencio dentro de la sede. «Chitón, mutis y a callar» son ahora mismo sus divisas fundamentales. El PP pasa por momentos tristes porque muchos de los suyos se han quedado en el paro tras la debacle del 24-M. Por esto «molesta» que García Moll se haya convertido en el mejor pagado de la calle Palau Reial. El asunto reventó cuando corrió la voz de que habrá que renegociar la deuda de la sede «porque no hay un duro». A más de uno le temblaron los riñones a causa de la rabieta.

En Palau Reial existe la convicción de que la crisis no va con el estatus de García Moll. Un compañero de partido le preguntó hace unas fechas si era cierto que cobraba dos soldadas. García Moll le respondió: «Tú te callas porque sino aquí bailamos todos». En el PP se ha hecho famosa la respuesta del compañero: «Tal vez, pero tú serás el primer bailarín de la función». Este compañero estaba convencido de que Nureyev percibe 50 lechugas al mes limpias de polvo y paja.

Hay misterios por resolver. Por ejemplo: ¿Cobró José Ramón Bauzá sueldo del PP-Balear todo el tiempo que fue presidente? Oficialmente percibía «dietas». Pero «de qué dietas podía tratarse si ejercía de president del Govern y tenía casi todos los gastos cubiertos por el Consolat? ¿Eran dietas fijas? ¿De cuánto? Lo que ha cobrado Bauzá de Palau Reial entre 2010 y 2015, «sólo lo sabe Tutankamón Moll. No hay explicaciones ni informes de gestión serios a la militancia». Hay que recordar que Bauzá gozaba de honorarios fijos como president del Govern, como diputado y de la farmacia de Marratxí.

Lo cierto es que el expresidente se acerca. Eso dicen en Palau Reial. Habría decidido dejar de vivir en su chalet adosado de Marratxí y trasladar el domicilio familiar con su mujer a su superpiso de primera línea de Dalt Murada, a dos zancadas a pie de la sede del PP. Así, caso de que haya lío, Bauzá podría presentarse en el local y desenfundar más rápido que John Wayne en Centauros del Desierto en apenas diez minutos.

En la santa sede no le ven otra explicación lógica a este traslado, ya que tiene la botica en el camí de Son Frau, cerca del adosado, y al haber dejado de ser presidente ya no tiene necesidad de revolotear las arcadas de Palau Reial. Bauzá se compró este superpiso mediante hipoteca cuando era alcalde de Marratxí en los tiempos en que Jaume Matas cortaba el bacalao en el Consolat. Mas tarde se sabe que pernoctaba en ocasiones por su cercanía al Consolat, pero su mujer vivía en Marratxí, donde tenía lugar la protección policial.

El rodriguismo piensa en las generales
Mientras, los rodriguistas miran con sorna y distancia los tangos que se baila García Moll, dicen algunos que «de esto del dinero no sabíamos nada», y van a lo suyo. Y lo suyo son las listas de las próximas elecciones generales, donde quieren colocar a su más curtida tropa de combate. Saben que no pueden impedir que Mateu Isern entre en liza. En estos momentos es Jehová para las bases regionalistas y del Casco Antiguo de Palma. Pero algunos rodriguistas pergueñan una hábil maniobra: proponer que Isern sea candidato al Senado (irónicamente dicen que «para hacer la puñeta a José Ramón que lo tendrá delante de sus narices en la Plaza de la Marina Española»). Así neutralizarían al exalcalde sin provocar otro griterío. En paralelo, estarían armando y acorazando a dos de sus samurais más curtidos para que sean el número uno y el número cuatro en la lista al Congreso.Como es sabido, el dos y el tres es cuota ibicenca y menorquina. Todavía no está claro quién puede ser la pareja de samurais, pero Alvaro Gijón en el uno y Carlos Veramendi en el cuatro cuadran más que dos caperuzas en Jueves Santo.

Como es lógico, no paran las coñas hacia otros hipotéticos aspirantes, como el carbonizado y fosilizado Miquel Ramis o la incombustible Maria Salom, a la que critican que «se vaya a percibir dietas a las reuniones del Consell mientras cobra de vicepresidenta del Parlament, en total unos 80.000 euros al año».