Rosa Estarás durante la entrega del premio. | M. À. Cañellas

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El PP Balear tiene hambre de liderazgo. Quedó evidenciado este lunes en la sala de actos del Parlament. La eurodiputada Rosa Estaràs, presidenta del partido entre 2007 y 2009, que se hizo cargo del muerto tras la fuga de Jaume Matas a América a uña de caballo tras perder las elecciones, concentró a lo más florido del PP de toda la vida en torno a su persona. Rosa fue premiada por GERMI, la asociación internacional de discapacitados, en cuya defensa ha trabajado con mucha intensidad la valldemossina en Bruselas. Pero lo que llamó más la atención fue la asistencia y el calor humano que se respiraba. Había tantísimos compañeros suyos y de tal importancia que muchos lo identificaron con la necesidad de volver a articular una organización sólida, respetada y dialogante, valores que resquebrajó Jaume Matas y cuyos restos tiraron por la borda José Ramón Bauzá y su camarilla.

La etapa de Rosa como primera espada ya han pasado. «Pero su liderazgo moral y el cariño que infunde permanecen intactos». Nunca un acto político que podría considerarse de una trascendencia entrañable pero no de primera magnitud política se había convertido en un resorte, en una llamada a la unidad y a la dignidad. Naturalmente acudió el presidente Miquel Vidal. Y allí estaba lo mas sólido del regionalismo, con Biel Company a la cabeza; con un Pere Rotger que sólo se mueve en contadas y escogidísimas ocasiones: con Mateu Isern, con Maria Salom y otros representantes del Consell; con los alcaldes de Santanyí y Campos, con los exconsellers Francesc Fiol y Marga Moner, con gente de Cort que busca el entendimiento, con Marga Duràn y Fernando Rubio al frente, con la exeurodiputada Francisca Bennássar. Tampoco faltaban rodriguistas de combate, como el secretario general Ferrer y hasta Sandra Fernández, nuera política de San José María. Y muchos más, como la exdirectora general Marga Ferrando, mano derecha de Estaràs durante mucho tiempo, mezclada entre militantes de base o exaltos cargos. Aquello fue un «todos con Rosa, nuestra última presidenta de verdad».

Acudieron también socialistas, como Vicens Thomàs o Silvia Cano, entre otros. Y no pasó desapercibido el afectuoso discurso de la presidenta del Parlament, Xelo Huertas, acompañada de su jefe de gabinete y algún diputado de Podemos. El Parlament respiraba consenso y afecto. Restañaba heridas de forma inconsciente. Se sentía la democracia, que es la antítesis de la chulería, el mando y ordeno y la incompetencia.

Entre los peperos, azorados y desorientados por la guerra interna y por los desastres que estallan en Madrid, ir al acto de homenaje a Rosa se convirtió en un ejercicio de reafirmación con la mirada puesta en el futuro. Se respiraba la confianza de poder reconstruir los restos del naufragio después de que Bauzá hiciera volar la Santa Bárbara del partido con sus caprichos al jugar con fuego como un niño travieso y mal criado. También hay mucho dolor por el espectáculo patético de Matas en Son Russinyol. Pero en el corazón tienen a Rosa, Y eso une...

Para el PP quedan procesos congresuales clave. Pero este lunes se demostró que subsiste el recuerdo de una antigua pero vigente manera de hacer política donde el señorío, el tacto y la altura personal están muy por encima de los voluntarismos, los rencores, los complejos y los revanchismos.