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Una cierta polémica ha recorrido en los últimos días el barrio palmesano de Pere Garau, entre aquellos que defienden que permanezca inalterado, con sus virtudes y defectos intactos, y otros que promulgan una cierta revitalización, a través de la organización de actividades de los mismos vecinos dirigidas al resto de la comunidad multicultural y variopinta que lo habita.

En pocas palabras, hay quien piensa que a través de iniciativas como por ejemplo el Trescabarris, la gimcana popular que el pasado fin de semana recaló en el barrio, se impulsa que éste se ponga «de moda», algo que de consumarse provocaría que el interés por vivir en él se incremente, y en consecuencia también lo hagan los precios de alquiler y venta de inmuebles del lugar.

No cabe duda de que se trata de uno de los barrios más populares y concurridos de toda Palma, con rincones que le otorgan un cierto carácter bohemio.

Y para algunos, ésto mismo lo aboca al riesgo de perder su identidad a través de la gentrificación; esto es, la sustitución de la población original de un barrio, céntrico y popular como es el caso, por otra de mayor nivel adquisitivo.

«Si haces cualquier cosa, gentrificación»

El fenómeno no es desconocido y los entendidos en la materia señalan a Chueca en Madrid, o la Barceloneta y el Born de Barcelona, como claros paradigmas de gentrificación.

Pero desde el colectivo 'Flipau amb Pere Garau' no callan y defienden sus acciones.

«Si los vecinos pintamos una barrera sucia desde hace 8 años, gentrificamos. Si cuentas historias de tu barrio a su gente, dicen que es gentrificación. Si haces una gimcana entre todas las entidades del barrio, gentrificación. Si denuncias el incivismo, gentrificación. Si haces cualquier cosa por Pere Garau, gentrificación. Pues disuelvan todas las asociaciones y organizaciones, dejémoslo todo en manos de las instituciones y directos al sofá sin hacer nada, no sea que gentrifiquemos».

Por su parte, otro colectivo palmesano, Orgull Llonguet, ha entrado este martes en la disputa apoyando a sus colegas de iniciativas vecinales, difundiendo en Twitter la etiqueta 'odia Palma'.

Con ella han aprovechado para dar argumentos a los 'haters' y, entre otros, han mencionado de forma irónica que «Pere Garau huele a pipí», que «si Palma molara tendría fiestas de verdad y no tanto postureo pijo», y que «Palma no es más que la tienda del aeropuerto».