Acto del PP con la presencia de Biel Company y Marga Durán. | Pere Bota

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Este jueves el presidente del PP, Biel Company, ha tenido la oportunidad de lucirse. En rueda de Prensa ha acusado de 'turismofobia' al Pacte por su intención de doblar la ecotasa. Biel ha sacado el látigo con salero de zorro. Quizás demasiado, porque ha pedido que el dinero del rescate del túnel de Sóller se dedique a libros de texto, mezclando competencias del Consell y del Govern, lo cual ha indignado a la izquierda. Pero al menos esta vez Company ha estirado la cresta.

Ha habido alivio en el PP al verle lanzarse al ruedo y largar cuatro zarpazos mirando al tendido. Porque este agosto de cenas y cenáculos peperos, Biel ha sido motivo de muchos comentarios. Y en algunos casos, no elogiosos precisamente. Puro run run de tumbet y noche a la fresca, por supuesto. Pero ya se sabe que en Mallorca el trampó veraniego es la antesala de movimientos de mucho calado, de torrentes que amenazan con desbordarse. Se han celebrado piscolabis desde la Colònia de Sant Jordi a Alcúdia, pasando por muy diferentes parajes insulares. Y con un denominador común: «ya llevamos medio año con el nuevo presidente y de momento no le hacemos ni cosquillas a la izquierda».

Los hay que ven a un Company demasiado dubitativo, distante y encerrado en su grupo de confianza, sin ganas de lanzarse a la yugular del Consolat, que es lo que le pide su tropa tras la definitiva defenestración de Bauzá. También se dice que Company es desconfiado y que sólo se abre ante gente muy próxima, «entre la que, por supuesto, no se encuentra Marga Durán», cabeza del partido en Palma. La distancia aparentemente existente entre Company y Durán es motivo de constante parloteo. Se dice que Biel jamás retuitea a Marga y que, al menos cuando hay militantes a su alrededor, nunca se les ve sonrientes y compartiendo empatías y afinidades. Nunca.

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Todo eso son charlas de cenáculo. Pero el ambiente se remueve a la espera de la primera gota fría. No pocos peperos quieren empujar al president a que articule una línea dura de oposición, que empiece a lanzar truenos y relámpagos sin miedo («¿a qué tiene miedo?» ), conscientes de que las contradicciones, desmarques y peleas de gatos dentro del Pacte se agudizarán dentro de pocos meses con la mirada ya puesta en las próximas elecciones.

Quieren también un Company más aprieta manos y sonrisa Mel Gibson de puertas adentro. En definitiva, un animador del cotarro que inspire confianza a todos. Para eso le pusieron de president y echaron a José Ramón a los leones. Se runrunea que Madrid apreciaría un Company más combativo e integrador. Génova aceptó con alivio el funeral de Bauzá a cambio de que la alegría volviese a fluir dentro del PP Balear. «Pero de momento la mayoría del partido no la ha percibido ».

Madrid está perfectamente informado de como se desenvuelve Company. Aquí, una vez más, adquiere una gran importancia la figura de la reina madre y delegada del Gobierno, María Salom. Eso es lo primero que debe comprender Biel. Tiene que mimar a María y hacerla cómplice y consejera de su estrategia. Habrá dado un gran paso si lo logra.