En el barrio de sa Penya conviven casas en ruinas con viviendas rehabilitadas que se venden por elevados precios por sus espectaculares vistas al mar. | Arguiñe Escandón

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Medio millón de euros por un «chalet adosado» de 76 metros cuadrados en la plaza de sa Drassaneta o 350.000 por un diminuto estudio de 35 metros cuadrados con vistas al mar son algunas de las ofertas de diferentes viviendas en sa Penya que se pueden encontrar en los principales portales inmobiliarios de España.

Unos desorbitados precios que contrastan con la realidad de un barrio convertido durante décadas en un gueto amputado del resto de la ciudad que sigue esperando su oportunidad para dejar de ser el supermercado de la droga de la ciudad de Ibiza. Sa Penya es, además, el paraíso de los ‘okupas’, lo que obliga a los propietarios de muchas viviendas del barrio a tapiar sus puertas y ventanas para evitar que nadie se instale en su interior.

Como si de una realidad paralela se tratara, Alicia Soriano, de la inmobiliaria Casa Viva, explica que la mayoría de los clientes interesados en estas viviendas son extranjeros que vienen a pasar temporadas a la isla. «A italianos, ingleses y alemanes les gusta mucho la zona. También a españoles les interesa como inversión para alquilar los pisos en verano», asegura la responsable de esta inmobiliaria que cree que sa Penya «tiene encanto» para los turistas que les gusta el casco antiguo de la ciudad.

Una opinión que nada tiene que ver con la de la mayoría de los ibicencos que siguen viendo con reparo este barrio marginal. «Cuando vine a vivir a Ibiza busqué piso en sa Penya y no me dio confianza. No viviría allí ni tampoco pagaría lo que piden, es una barbaridad», asegura una residente en Ibiza preguntada por el tema. «El sitio el precioso pero siempre me ha dado miedo, no voy tranquila cuando paseo por allí», afirma Fabi, una vecina de Formentera.

Problemática

La realidad de este pintoresco barrio está muy alejada de lo que se pinta tanto en las fotografías como en la descripción de las viviendas de las diferentes inmobilliarias. Manuel Palá, presidente de la asociación Salvem sa Penya, explica que muchos de los residentes del barrio son extranjeros que «solo pasan de vez en cuando a ver cómo están sus casas». Considera que el precio de las viviendas que se ofertan en portales inmobiliarios es «ficticio», sobre todo teniendo en cuenta que hay propietarios que quieren alquilar pisos durante todo el año «a precios de la Península» y no pueden porque los inquilinos «duran en el barrio un mes».

Para el portavoz de uno de los pocos residentes permanentes del barrio, la problemática del barrio tiene que ser abordada no solo desde la perspectiva urbanística sino también social. «Muchas familias que viven en viviendas ocupadas de sa Penya están en situación de exclusión social, con trabajos irregulares de escasa cualificación que no pueden acceder ni a pisos de alquiler social porque no pueden hacer frente a las mensualidades», argumenta.

En su opinión, el Ayuntamiento de Eivissa «tiene que dar respuesta a estas familias si quieren que la rehabilitación del barrio sea efectiva». Por otra parte, critica que el Consistorio «no actúe con la diligencia que debiera» a la hora de poner en marcha el proyecto de rehabilitación de la desalojada UA27 para construir once pisos de alquiler social. «Está todo paralizado. La sustitución del emisario de Talamanca era más compleja porque intervenían diferentes organismos pero resolvieron el problema en 3,2 segundos», insiste.