Las campanas de la Seu participan, junto con un millar de iglesias y torres de toda Europa, en un concierto cuyo objetivo es la declaración del toque manual como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. | Pilar Pellicer

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Las campanas de la Seu participan, junto con un millar de iglesias y torres de toda Europa, en un concierto cuyo objetivo es la declaración del toque manual como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.

La catedral mallorquina cuenta con nueve campanas, de las que cinco datan de 1312 (Picarol, Matines, Mitja, Tèrcia y Senyal) y cuatro se consideran nuevas (Bàrbara, Antònia, sa Nova y n’Eloi). Esta última, la mayor –4.670 kilos de bronce–, conserva todavía el mecanismo manual y sólo se la hace sonar el día del Corpus o en momentos señalados como la designación o muerte del obispo o el papa.

«El tañido de las campanas es un sistema de comunicación que se está diluyendo», asegura Catalina Mas, conservadora de Patrimonio de la Catedral de Mallorca, al referirse a la necesidad de conservar estos toques, además de recordar que «la campana es un instrumento musical».

Desde el punto de vista de Mas «el sonar de las campanas -en la Seu sólo el domingo- es una tradición secular que merece ser conservada, un modo de trabajar único ya que cada sonido tiene un mensaje y significado específico».