Sa Botiga, tradicional establecimiento de barrio nunca ha pasado por una crisis lo suficientemente fuerte como para pensar en su cierre. | M. À. Cañellas

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La fecha que indica el rótulo del comercio, 1910, «está equivocada, es un error», reconoce Marilén Quetglas, responsable junto a su hermana María José del colmado Sa Botiga. «Lo cierto –asegura Marilén– es que no sabemos con certeza cuál es la fecha exacta de apertura de este comercio». Estas dos hermanas regentan el comercio desde hace unos quince años, cuando cogieron el testigo de su madre, Josefina Siberia, que empezó hace treinta. Ella lo cogió, pagando un traspaso de alquiler, «pero tampoco sabemos quién lo abrió originalmente», admiten.

Propiedad de los hermanos Sampol, este tradicional establecimiento de barrio nunca ha pasado por una crisis lo suficientemente fuerte como para pensar en su cierre. El colmado ha cambiado un poco físicamente desde que esta familia se hizo cargo, y aunque el tipo de productos a la venta se mantiene, lo que sí ha dado un vuelco radical ha sido la clientela.

«Antes no había supermercados y la clientela era la gente que vivía en el barrio y ahora todo el mundo ha vendido, solo hay extranjeros y el extranjero es el que te da de comer», asevera Marilén. Por eso, la familia está preocupada por la regulación del alquiler turístico por parte de Cort, «porque nos va a perjudicar bastante». «No entiendo las críticas hacia el turismo porque es el que nos da de comer, aquí somos dos familias que vivimos de la tienda y es gracias al turismo, si tenemos que esperar a vivir de la gente de aquí ya habríamos cerrado hace años», reconoce Marilén. Sa Botiga hace caja sobre todo en verano. La responsable insiste en que «la gente que entra a comprar está de paso, son sobre todo suecos, alemanes o ingleses». En cambio, el del Imserso, añade, «no es un turismo bueno para nosotros».

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Otro peligro para este comercio tradicional, señala, «es la apertura en los últimos años de otros locales muy parecidos por la zona, mientras que antes éramos los únicos». Todo eso hace daño, explica, «porque además estos nuevos colmados abren 12 horas al día, domingo y festivos incluidos. Y es cierto que piensas que en un futuro podemos llegar a cerrar». Pero hoy por hoy Sa Botiga goza de buena salud y Marilén entiende que «el secreto está en atender bien al cliente y otro factor fundamental es la ubicación de la tienda».

El comercio es fotografiado muchas veces al día por los turistas y en alguna ocasión han pasado por allí personas conocidas, como el expresidente de los EEUU Bill Clinton, un momento que recoge la imagen que la familia ha colgado en el interior de la tienda (ver foto pequeña).

Las propietarias tienen planes de futuro para el comercio, pero la renovación del alquiler es el año que viene «y hasta entonces toca esperar». Marilén detalla que «nos gustaría darle un cambio, añadir nuevos productos, poner estanterías nuevas, ...».

Sa Botiga no está enfoca en los productos mallorquines, pero sí suelen proveer de fruta al Parlament y al Consell cuando se lo piden.