Gran parte de los cien visitantes de esta primera semana aplauden en el interior de la Seu. | Pere Bota

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Hacer frente a una discapacidad pasa por poner las herramientas para superar la desventaja que ésta supone. El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) subvenciona un programa de la Confederación Estatal de Personas Sordas con este objetivo. En el 2019 les han traído por primera vez a Mallorca con una red de seis monitores y cinco intérpretes de la lengua de signos que les permite conocer la isla como un turista más.

En la edición de este año, la sexta, «hemos batido un récord», asegura María Fuensanta, una de las 200 viajeras asiduas a este programa. «Viajar así es completamente diferente a hace unos años. Hay más recursos, nuevas tecnologías, y también están los intérpretes. Ahora todo es más accesible», añade.

«Cuando una persona sorda va sola no tiene nada que ver a cuando va con un intérprete. A veces no entendemos muy bien los textos escritos y es más difícil. Antes de venir pensaba que Mallorca tenía poca historia porque es una isla pequeña pero tiene mucha cultura, es muy interesante», añade Juan Ramón Muñoz, otro viajero del Imserso.

Repartidos en grupos, durante las dos próximas semanas visitarán Palma, Raixa o irán en tren a Sóller. «Para nosotros es más cómodo y más tranquilo», explica Dolores López que ha venido a Mallorca, desde Sevilla, por primera vez.

A su lado, Manoli Melero explica que lo mejor es «estar con más gente sorda» y destaca que «con intérprete nos enteramos de todo, son muy necesarios para nuestro colectivo».

Para el matrimonio de Amalia Morente y Manuel Martínez es la primera vez que viajan en estas condiciones. «Un privilegio», aseguran.

La presidenta de la Federación de Personas Sordas de Baleares, Ana María Ruiz, que ha ejercido de anfitriona reconoce que el reto «es difícil» pero vale la pena. «Para las personas sordas es todo muy visual y tienen hambre de comunicarse entre ellos».