Antonio Serón, Iria Rodríguez, Miguel Ángel Maimó, Osvaldo Fernández, Maria Riera y Pedro Nicolau en la sala del EASDIB donde se imparte el curso. | M. À. Cañellas

TW
0

En un mundo dominado por las nuevas tecnologías, la Escola d'Art i Superior de Disseny de Balears (EASDIB) ha querido poner el acento en la tradición a través de un curso de forja que se está llevando durante todo este mes.

Antonio Serón Blasco, artesano del metal y maestro forjador oriundo de Zaragoza que desde 2008 vive en Lloret, es el encargado de impartir las enseñanzas de esta disciplina inmortalizada en el cuadro de Velázquez La fragua de Vulcano.

«Aprendí el oficio en mi tierra y luego estuve trabajando unos años en Australia, pero luego quise dedicarme no a la parte industrial sino a la más artística». El objetivo de Blasco es que los alumnos se familiaricen con los elementos que componen este oficio como la fragua, el martillo de forja o el yunque.

Pedro Nicolau, profesor de Projects d'Interiorisme en el EASDIB se ha convertido en alumno en este curso. «Me está pareciendo muy interesante por lo novedoso que es trabajar con el hierro casi fundido», explica mientras espera que una de las piezas alcanzase la temperatura adecuada para trabajar en ella. A partir de los 600 grados el hierro ya se reblandece de tal forma que se puede trabajar en él sobre el yunque para darle la forma deseada.

«Al principio cuesta un poco manejar el martillo, pero luego te das cuenta de que se trata más de maña que de fuerza», comenta Maria Riera, alumna de Joyería, quien añade: «Tenía interés y curiosidad y también me puede servir en un futuro».

A Miguel Ángel Maimó, profesor jubilado del Institut Politècnic, el oficio de forjador le viene de familia. «Mi abuelo paterno era herrero en Felanitx y su hijo, mi padre, profesor en la Escola d'Arts i Oficis (hoy EASDIB) y director artístico de la antigua Casa del Hierro. Sé que en un mes no voy a aprender el oficio, pero sí me interesa para fijarme en las barandillas o las verjas de hierro y ver los elementos decorativos que tienen, algo que antes me pasaba desapercibido».

Un oficio inmortalizado por Velázquez

La fragua de Vulcano es una de las obras capitales de Velázquez. En este cuadro, pintado en 1630, el dios Apolo, coronado de laurel y vestido con túnica anaranjada, entra en la fragua de Vulcano para avisarle del adulterio de su esposa, Venus, diosa de la belleza, con Marte, dios de la guerra. El lienzo, pintado en Roma, está expuesto en el Museo del Prado.