Hace 25 años los líderes continentales debatieron en Mallorca sobre el futuro de la UE.

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Durante los días 22 y 23 de septiembre de 1995, Mallorca –en concreto la península de Formentor– fue el escenario de un encuentro que marcó las líneas maestras de la Unión Europea durante las siguientes décadas, todo gracias a un formato inédito: La reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno. El lugar y el cómo de la reunión «fue una decisión personal del presidente González», recuerda el embajador Josep Maria Pons, que participó desde La Moncloa en los prolegómenos de la cumbre cuyo modelo ha dejado marca entre las cancillerías europeas.

Pons destaca que «la seguridad y el asilamiento de la prensa fueron determinantes en la elección», mientras que de la trascendencia de aquella cita destaca que «abrió una importante vía de reflexión en el seno de la UE, los líderes pudieron hablar sin ningún tipo de presiones. Lo cierto es que todos se fueron encantados». Eran los Quince, entre ellos europeistas convencidos como el gigante Helmut Kohl y euroescépticos como el británico John Major. También un eufórico Jacques Chirac, que hasta saludó a este redactor rodeado de guardaespaldas.

Y es que la seguridad fue una obsesión. La prensa estaba en Alcúdia mientras los mandatarios llegaban al hotel Formentor, donde se vivieron algunas de las anécdotas que todavía se recuerdan. Dos ejemplos: La silla de Kohl «tuvo que modificarse para quitarle los brazos para que pudiera sentarse, de otro modo no cabía», indica el maitre del establecimiento, Xisco Vives, del que destaca que «él fue el más simpático». El jefe de Recepción, Tomeu Palau, recuerda que «un miembro del séquito de Papandreu (Grecia) supervisaba en persona la elaboración de todos los platos que se le servían». Las intrigas de la vieja Atenas no se olvidan.

Despliegue mediático

La cumbre de Formentor costó, según la memoria final, 278,3 millones de pesetas. La partida más importante fue la de seguridad. Sin embargo, el impacto mediático que tuvo para Mallorca fue, sin duda, de los más importantes del pasado siglo. Más de un millar de periodistas se desplazaron a la Isla para conocer las consecuencias de la que fue una charla informal de los constructores de la UE –entonces Consejo Europeo–. Sobre la mesa estaba la caída del Muro, la política nuclear, la unión monetaria, la financiación de la apertura a los países del Este o el obstruccionismo británico a la reforma del Tratado de Maastricht.

De todo ello se habló en Formentor mientras en el exterior se desataban una de esas fenomenales tormentas estivales, quizá un preludio de lo que vendría después, que obligó a suspender un traslado en barca hasta el Port de Pollença de las distintas delegaciones en un trayecto custodiado por la Armada y la Guardia Civil.

En algún lugar debe estar el recuerdo que se llevaron los líderes europeos de Mallorca: Un grabado a buril realizado por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre representando la Cala de Formentor.

Los ecologistas y las pruebas del atolón de Mururoa

El presidente de Francia, Jacques Chirac, fue el objetivo de la manifestación que se convocó en su contra durante su presencia en Mallorca. Xavier Pastor, entonces dirigente de Greenpeace, recuerda que «las protestas fueron por las pruebas nucleares que Francia hizo en el atolón de Mururoa», mientras que sobre la logística de aquella protesta señala que «primero salimos en barco desde el Port de Pollença, pero fuimos interceptados por la Guardia Civil. Al final nos concentramos en tierra, pero muy alejados del paso de la comitiva. Lo cierto es que los ecologistas tuvimos mucho eco internacional».