Inicia su gestión como director del Imedea en plena pandemia. ¿Cómo le afecta en las vertientes investigadora y económica?
— Desde el punto de vista económico no nos ha afectado demasiado porque, normalmente, funcionamos con proyectos competitivos que suelen durar tres o cuatro años. Así, podemos contar con una media de 2 millones de euros anuales, más la aportación del CSIC para gastos corrientes, que es de unos 300.000 euros. En cuanto a la investigación, funcionamos razonablemente bien, aunque la pandemia nos afecta en el teletrabajo –que no siempre es tan efectivo– y en el intercambio de investigadores.
¿Pero no se paralizaron trabajos de investigación, sobre todo la recogida de datos, en la primera ola de la pandemia?
— Sí, así fue en algunos proyectos específicos que quedaron congelados durante ese tiempo, pero nos hemos adaptado a las sucesivas situaciones y las Administraciones que financian nuestros proyectos se han mostrado flexibles y han prorrogado un año los plazos. En cuanto a los investigadores extranjeros, poco a poco se van incorporando.
¿En qué proyectos participan para obtener financiación?
— Hay un plan nacional y proyectos europeos, que son los mayoritarios, y luego hay una pequeña parte de proyectos autonómicos y contratos privados.
¿Están sufriendo la burocracia de la Administración, como han denunciado otros científicos?
— Somos funcionarios públicos y tenemos que dar cuenta de nuestros gastos, pero es verdad que la Administración española a veces peca de excesivamente garantista con anterioridad a los gastos. Los sistemas anglosajones son más flexibles. Hay que conseguir unas normas que no pongan excesivas dificultades y más adaptadas a la actualidad. Por ejemplo, si viajamos en avión, se nos siguen exigiendo las tarjetas de embarque en papel.
Por ejemplo, ¿usted podrá seguir investigando?
— Muy poco. Ser director del Imedea es un compromiso con los compañeros, pero no puedo ocuparme del día a día de la investigación. No hay gestión profesional. En las instituciones públicas de investigación, somos los científicos los que nos dedicamos temporalmente a la gestión.
¿Qué necesidades tienen?
— Necesitaríamos más técnicos de apoyo –laboratorio– y personal especializado precisamente en la obtención de recursos. Tenemos que contratar este personal de manera eventual con cargo a la financiación de los proyectos. En este sentido, sería deseable una estructura más estable, pues estamos dedicando tiempo, trabajo y dinero a formar personal que sólo será eventual.
¿Con cuánto personal cuenta actualmente el Imedea?
— Somos unas 110 personas en total, de las que el 60 % son investigadores y el 40 % restante son técnicos, informáticos y personal de administración y servicios. De los investigadores, más o menos la mitad son funcionarios de plantilla y el resto son postdoctorales y doctorandos con contratos que oscilan entre 2 y 5 años. De los no investigadores, también más o menos la mitad son funcionarios.
¿Cuáles son los ámbitos de investigación del Imedea?
— La ecología terrestre –biodiversidad y conservación–, las temáticas marinas –ecología y oceanografía– y el cambio global.
La Administración impulsa los centros de investigación, pero ¿luego les consulta?
— En otros países se consulta mucho más a los científicos. Hemos mejorado, pero ciencia y política continúan en espacios relativamente separados. La Administración no siempre aprovecha todos sus recursos tanto en el día a día como en la planificación del futuro. Con el cambio climático, la pandemia y la contaminación, la sociedad ha mirado a la ciencia y la Administración lo hace cuando le urge.
¿Cuál es la situación ambiental de Baleares?
— No tenemos los problemas de las regiones industriales, pero sí los del turismo, como la gestión del agua. Hay cuestiones que destacan como la nitrificación de acuíferos, la pérdida de humedales o la sobrepesca, pero no son exclusivos de Balears.
Veinte años en el Imedea
Gotzon Basterretxea es licenciado en Ciencias del Mar por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (1990) y doctor por la misma universidad (1994). Su especialidad es la oceanografía biológica y, en particular, las interacciones entre el plancton y la dinámica marina. Trabaja en el Imedea desde el año 2000 y desde 2016 es jefe del Departamento de Ecología Marina. Es investigador principal del grupo Interacciones Físico-Biológicas en el Océano (InFiBiO) de la UIB.
3 comentarios
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También puede haber sabios villanos, como vemos en las películas de James Bond y otras.
¡Zorte on!
Permitanme una aclaracion, La Politica no sabe ni de lejos,lo que es la ciencia ni para que sirve. Por ej VOX piensa que los cientificos son la Tripulacion de Star Trek....