Durante meses el catedrático instigó una persecución de su compañera por una disputa en torno a quién impartía una asignatura. Empleó para ello a su pareja, que ejercía como su secretario personal y que fue la persona que seguía a la docente, la insultaba o la perseguía por el campus universitario. El condenado puede pedir la suspensión del medio año de cárcel que se le impuso, pero sí tendrá que cumplir la orden de alejamiento que consta en la sentencia: durante dos años no podrá estar a menos de doscientos metros de la profesora perseguida. La UIB ya había tomado medidas para mantenerlos separados, pero esta decisión prácticamente impide que el catedrático pueda acceder al mismo edificio en el que ella ejerza su trabajo.
Acoso
El catedrático fue condenado por coacciones pero se le absolvió de un delito más grave de acoso. Entre los hechos por los que se le exculpó está el envío de correos electrónicos masivos en los que se criticaba a la profesora. Los tribunales han concluido que existió una intimidación por parte del catedrático basada en la «presión psicológica y la imposición de la presencia del secretario del catedrático, tanto con seguimientos dentro de la facultad, como en vehículo por el interior del campus y buscando encuentros para mofarse de ella».
La defensa negaba la existencia de pruebas de la participación del acusado pero en el trámite judicial se le ha considerado «inductor y a su vez cooperador». La condena se fijó en el mínimo porque las actuaciones del secretario no fueron violentas y que no hubo amenazas concretas. Además señala que «en la propia universidad existían mecanismos y protocolos para evitar situaciones de acoso a los que la apelada acudió».
La Universitat fue exculpada pero ahora tendrá que tomar medidas
La UIB fue exculpada en el proceso judicial, donde figuraba como responsable civil de los delitos cometidos por el catedrático. Tras las condenas, el organismo anunció que sólo actuaría cuando la sentencia fuera firme, que es lo que ha ocurrido una vez superado el trámite del Supremo. Una de las medidas que tendrá que garantizar tiene que ver con la orden de alejamiento impuesta.
15 comentarios
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Un mal profesor es un lastre para el sistema educativo. Creo que los cargos vitalicios de profesores en la universidad son un atraso. En mi opinión, la continuidad del profesorado debería depender de la calidad de su trabajo, y quienes lo pueden valorar son los alumnos. Una vez graduados estos deberían poder puntualizar la calidad de la enseñanza que han recibido y como en todos los ámbitos profesionales privados (¡y hasta en el carnet de conducir!), acumulación de puntos negativos = suspensión de sueldo y empleo.
La pareja o la amiga? Y por qué no se la condena a ella también? En cualquier caso que vergüenza que aun estén así después de tantos aňos, no solo la acosan sino que obligan a la profe estar metida en este culebrón más de una década.
Pues yo conozco a la acosada, la mejor profesora que he tenido jamás y creo de la A a la Z su denuncia así que este profesor al carerrrrrr
Per Qué está pasando..: Hegel, i molt d'altres grans filòsofs d'Occidente començant per Plató i Aristòtil, no tenen res a fer comparat amb la seva obra brillant... Aquí no es jutja la seva, dubtosa, vàlua intelectual sinó uns fets delictius provats en la Sala.
Miquel Beltrán es uno de nuestros mejores investigadores sobre temas universales, con gran prestigio internacional, sus estudios sobre Spinoza y Maimonides son emblemáticos. Tiene varios premios internacionales en Nueva York e Israel de primer orden, nadie tiene su currículum en Baleares ni por asomo, pero ahí está aguantando quina. Algo está pasando en la UIB. Es muy raro todo esto.
Qué triste machacar a una persona sin conocerle. Es lo habitual hoy.
Pues conozco a Mique Beltrán y resulta que es un magnífico profesor. La verdad es la verdad.
Aquest tipus de gent no pot estar de professor. I menys a una Universitat. FORA! (i també inhabilitat per sempre més).
@Puny de ferro, ningún profesor de la UIB tiene secretario pagado con nuestros impuestos.
Malas personas. Vergüenza que la Universidad permita estas conductas.