Inevitablemente, si uno piensa en el caos que tenemos montado hoy en el mundo con una enfermedad que ha causado menos de dos millones de muertes, cuarenta millones deberían de haber alterado el contexto social; deberían haber dejado una huella espectacular en la literatura de la época. Sin embargo, efectivamente, aquella gripe apenas tiene presencia en la literatura europea, americana o española, como mi amigo comprobó repasando su fantástica biblioteca. La pregunta que me planteaba es absolutamente pertinente.
Yo le contesté que no se me ocurre otra cosa más que el impacto de los medios de comunicación. Hace cien años en España no había Internet, ni radio, ni televisión y, aunque había prensa, prácticamente carecíamos de población que supiera leer o escribir, por lo que la ‘caja de resonancia' que constituyen los medios no existía. Y esa es, desde luego, una variante significativa. También podríamos añadir que España estaba inmersa en las guerras marroquíes y que el mundo, por su parte, estaba pendiente de las negociaciones del tratado de Versalles, aunque no estoy muy seguro de que eso fuera más importante que los disparates contemporáneos de Trump o el Brexit.
Mi amigo, a quien admiro por la sutilidad de su análisis, me contestó que todo esto, por supuesto, tiene que haber tenido su influencia pero que, no obstante, hay algo más: a su juicio, por entonces la gente no esperaba que los gobiernos les resolvieran sus problemas, no había una expectativa que exigiera que los estados respondieran. En otras palabras, la epidemia hace apenas cien años era un asunto del ciudadano, de la población, no de los gobiernos.
Creo que acierta absolutamente. Efectivamente, en el pasado, las epidemias eran un problema de la sociedad, de los individuos. Nadie esperaba que el estado proveyera. Igual que pasaba ante los terremotos o las tempestades, ante las hambrunas o las crisis. Hoy ya no, hoy es un asunto del que nos han de proteger los gobiernos. Al menos, o sobre todo, en las sociedades occidentales.
Hemos asumido el papel del estado como niñera, como megaprotector, sin siquiera darnos cuenta. En cien años todo ha cambiado. La solución de la epidemia hoy es un asunto de los gobiernos, a quienes todos miramos preguntándoles qué piensan hacer para acabar con ella. Lo que nunca antes había ocurrido. Esto probablemente aún no alcance proporciones mundiales, porque en los países menos avanzados la gente se busca la vida, se las apaña, sabedora de que el estado no funciona o no existe. Pero en Europa, naturalmente, todos miramos a Sánchez, a Macron o a Merkel a ver qué soluciones tienen.
Estamos ante un cambio que va mucho más allá de la epidemia, que tiene que ver con la autonomía de los individuos, con la capacidad propia para desenvolverse. El papel de los estados, siempre expansivo, llega más y más lejos. Nunca antes en la historia de la humanidad nos habían dicho cuántos podíamos cenar en casa, desde qué hora y hasta qué hora, porque era un asunto nuestro. Y bien que la gente se espabilaba porque le iba la vida. Ahora todo tiene manual de instrucciones: si hacemos lo que nos dicen, no nos pasará nada, el estado nos lo garantiza. Nosotros, los ciudadanos, carecemos de papel o de responsabilidad. Hemos de hacer lo que nos dicen. No pensamos, no decidimos, no tenemos sentido común. Hay que seguir el manual y listo.
La ampliación del poder del estado tiene como contrapartida inevitable el atrofiamiento de nuestras propias capacidades para desenvolvernos. Toda la vida las personas afrontamos epidemias y calamidades con nuestros propios recursos, pero ahora no. Hoy, ante la adversidad, nuestras miradas se dirigen al poder político. Este está encantado de que nos pongamos en sus manos. Aunque parece tener tan poca idea como nosotros sobre qué hacer, lo disimula. No puede perder la oportunidad de conquistar nuevos espacios. Es un asunto de poder. De rol.
Desde luego, cuando hayamos vencido al virus, la autonomía individual habrá quedado debilitada: una vez que el poder ha comprobado que puede regularlo todo, no lo olvidará.
15 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
¿100 años es muy poco o muchísimo tiempo?;¿quién llegaba hasta los 100 años hace 100 años?;¿pasaba el tiempo más lento 100 años antes del año 1 que 100 años después?;¿por qué 100 años?; y la más importante, ¿la gente es Tonta o se lo hace...?? Las guerras púnicas duraron casi 100 años durante los cuales hubo pocos cambios en la vida cotidiana de las gentes que habitaban la Península y Baleares, aunque cambiaran de Imperio; pero desde 1.920 hasta ahora podemos hablar de una revolución cultural y tecnológica desconocida en la Historia de la Humanidad. La España de hoy no tiene nada que ver con la España de la "Política Pretoriana" con la que unas juntas militares, que a la postre fueron legalizadas, se revelaron contra el poder político -donde se desarrollaba un turnismo entre liberales y conservadores- y reclamaron al rey -al que le perseguían los fantasmas de la Restauracion- para que actuara y pusiera el control del país en manos de los militares y acabara con la Monarquia Cttnal...
Al asombrado por los comentarios (ni p. idea chico): Suecia decidió hacer política vintage, retroceder 100 años al pasado y no imponer medidas de confinamiento, se dio libertad para actuar con responsabilidad, las mascarillas no eran necesarias y hasta estaban mal vistas, no se cerraron bares ni nada ni hubo prohibiciones ni sanciones. Suecia cuenta con un Estado Social y Sanitario capacitado para tomar las mismas medidas que se aplicaron en otros países nórdicos como Finlandia (Y NO DIGO NADA MAS), pero prefirieron revivir la experiencia de hace 100 años para al cabo del tiempo cuatriplicar los contagios de Noruega y doblar muertes, poniendo punto y final a su experimento. Ahora regulan aspectos cotidianos de la vida como el resto de países, el gobierno exige el cumplimiento de las medidas a los ciudadanos y estos se quejan por los cambios y por no encontrar sentido a las mismas, mientras, los sanitarios dicen estar viviendo una pesadilla, estar agotados y con miedo. ¿Qué?!!
Enhorabuena al Sr.Mato por su artículo, creo que hace una reflexión muy acertada sobre cómo está afectando, tanto en las conductas del individuo como de la sociedad, el papel cada día más paternalista que juega el Estado (ese cacareado "Estado del Bienestar). Yo también tengo la sensación de que estamos perdiendo la capacidad de ser responsables como individuos. Responsables para combatir más eficazmente la pandemia desde nuestro propio sentido común, pero también para protestar contra tantas medidas arbitrarias y autoritarias de los gobiernos. Veo con estupefacción la extrema docilidad con que aceptamos todas las "ocurrencias" con que nos regalan un día y otro nuestros gobernantes.
Señora o señor elbarcexe conoce usted muy poco, o nada, lo que está realmente pasando en Suecia. Esa Suecia idílica que se nos vendía, en los 60, como paraíso de la democrácia y oasis de las prestaciones del papá Estado ya no existe, se esfumó, se ha perdido... Y gracias a quien?, a los gestores, y quiénes son los gestores? Piénselo un poco. Es muy bonito, mucho, el mundo de los derechos humanos, pero está comprobado que sin deberes humanos, esto, éste Estado del Bienestar, se va a la ruina, es lo que ahora mismo está pasando en Suecia.
¿de verdad cree Ud que al Estado "está encantado de que nos pongamos en sus manos", ¿no se ha dado cuenta que si no lo hiciera, muchos comko Ud luego saldrian como aves carroñeras a escribir que el Estado no ha hecho nada?... Increible que paguen a alguien como Ud. para escibir estas estupideces.
Excelente artículo. Mis felicitaciones al autor por la claridad y pedagogía en el mismo. Ojalá sirva de ejemplo.
@Marc, pues me temo que no os vais a librar, sino que va a ser peor, porque en vez del Estado os van a controlar las multinacionales a través de la Red. Cosa mucho peor porque sólo buscan su beneficio económico mientras que el Estado está para buscar el bienestar general de la sociedad. Dios nos libre de la supuesta anarquía guay y modernilla que se creen tener estos jóvenes pro redes sociales.
Se puede estar de acuerdo o no con la valoración del autor del artículo sobre el aumento del poder del estado, pero de que ha sucedido es una realidad. Justo el gran cambio del 2020 está bastante bien reflejando en el estudio de La Encuesta Mundial de Valores de Ronald Inglehart
El CONTROL DE ALGUNOS. Ha sido patético. Creo que lo sucedido ha sido o debería ser, si tuviésemos memoria FUNESTO PARA LA CLASE POLÍTICA que ha tomado las decisiones. Van a salir muy debilitados. De NOSOTROS DEPENDE.También los MEDIOS DE COMUNICACIÓN han fallado estrepitosamente . Se saldrá más fuerte pero NO como quieren algunos.
Muy buen artículo, que presenta un punto de vista nuevo. Ahora bien, una matización: el papel del estado "protector" lo invocaron los bancos en la anterior crisis (2008). Lo que entendemos por "derecha" quiere un estado mínimo...pero a la hora de los momentos duros pide ayudas al estado. ¿En qué quedamos?. Y digo "la derecha" porque el modelo del PP ha sido engordar las empresas privadas con macro proyectos (AVE, Autopistas radiales de Madrid, Aeropuertos sin aviones y un montón de cosas más). Eso no es precisamente un estado mínimo. Pero sí...le doy la razón en que vamos hacia un modelo Venezolano con la gente subvencionada con una paguita que en muchos casos no acaba de llegar. (Y mientras tanto todos vigilados...y lo que te rondaré morena)