Entre soldaditos de plomo, maquetas navales, aeronáuticas y automovilísticas, viejos libros, fotos, carteles y cómics de tiempos pretéritos, Armando pasaba el día a día en su afán por preservar un sinfín de objetos irrepetibles de su inexorable desaparición. Su tienda representaba el paradigma de una especie en extinción dentro del pequeño comercio, y un lugar familiar donde siempre había espacio para la tertulia.
Donde no existían las prisas ni las servidumbres de las franquicias o las grandes superficies. Era un espacio único en su género, a cargo de una persona que no creía que hay que desprenderse de 'lo viejo'. Porque ningún objeto actual aporta su carga sentimental, ni tampoco la rareza como pieza de colección. Y lo que antes era común como un sifón, ahora es ya algo para guardar.
Como la colección que tenía Armando procedentes de su antiguo negocio familiar, la fábrica Ordinas fundada por su bisabuelo y que desde el siglo XIX vendió a los palmesanos gaseosas, piñas, limonadas y otros refrescos, adaptándose al paso de los años, hasta la década de los 70 en la calle Flassaders. Y su pervivencia en el polígono hasta veinte años más.
Con el cierre de «Paper i Plom», la calle Argenteria, ya desde hace unos años en plena decadencia a nivel comercial, pierde ahora también un trocito más de aquellos rincones que han hecho de nuestra ciudad y durante largos años, un lugar agradable para vivir, por su escala humana y el carácter de algunos de sus viejos locales, aún llenos de encanto.
12 comentarios
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Hola amic, te tirarem molt de manco, aquests menjars que vàrem fer amb so teu germà, aquèllas torradas, ses sortides a pescar, es calçots a sa finca, ufff, descansa en pau amic.
Armando , en el cel nos vourem, sort company.
Su tienda y buen trato me eran un referente. Descanse en paz.
Adeu Armando!!! Que bé ho varem pasar per sa Colònia de petits. Ja mos vorem més envant. D.E.P.
DEP amigo, cuántos libros encontré en tu tienda, cuántas historias me regalaste. Tu pérdida escuece. Un abrazo ahí donde estés.
Nunca tuvimos mucha ociasión de charlar pués que viviendo yo en Brasil estávamos muy lejos uno del otro. Pero primo no te olvidé, nunca te olvidaria, y mucho menos a tu hermano mayor, Miguel, que me traia por las manos de la escuela a casa.
De vez en cuando me pasaba por la tienda para comprar algún coche a escala, y como señala la gente era una buena persona. DEP
Em perdut un bon home i un bon amic. Intel·ligent, culte i de fiar. A.C.S.
Se ha ido una buena persona. Hoy se han removido miles de recuerdos nunca olvidados, de cuando aún todo era posible. Descansa, amigo.
Animoso y dispuesto a ayudar, Armando era sobre todo una buena persona, un abogado que dejó el estrés que le producia su profesión para dedicarse a lo que de verdad le importaba: contactar con la gente y disfrutar con la conversación y la cultura. Los soldaditos de plomo y otras antiguedades eran sólo la excusa. La tienda que regentaba fue su instrumento de buenas tertulias. Palma ha perdido hoy un buen ciudadano. Se merece descansar en paz.