¿Por qué este libro?
— En 2019 creé una red social para reunir presencialmente a la gente. Funcionó muy bien y tuvo mucho éxito, pero se cortó todo en marzo de 2020 con la pandemia. Hice como los pescadores, que cuando hay mal tiempo aprovechan para reparar las redes, y plasmé las enseñanzas en un libro. Es como un entrenamiento de todas las habilidades que hay que desarrollar para relacionarnos bien.
Una «red social presencial»...
— Es una plataforma en la que la gente se junta en persona, como toda la vida. Hoy en día puede ser complicado relacionarse a ciertas edades.
¿Por qué?
— Solemos relacionarnos con personas que tienen las mismas circunstancias que nosotros: los estudiantes se juntan con otros estudiantes, los padres con otros padres... Vamos cambiando de amigos y dejando gente por el camino, y llega un momento en que necesitas ampliar el círculo y te preguntas ¿dónde voy?, ¿qué hago?, ¿cómo lo consigo?
Diría que mucha gente se conoce precisamente a través de las redes sociales digitales. ¿Por qué hacerlo presencial?
— Porque las personas necesitamos contacto, calor humano, vernos. Una relación digital no llena. Somos humanos. Nunca debemos perder eso de vista.
La pandemia nos encerró en casa.
— Ya era un problema antes, en 2019, y ha empeorado muchísimo con el virus y todo lo que ha envuelto a esta pandemia. Hay gente que tiene miedo a salir, verdadera fobia social.
Usted propone sustituir las relaciones digitales por las presenciales.
— Propongo no sustituir las presenciales por las digitales. A menudo terminamos relacionándonos solo con los compañeros de trabajo, la familia y algún amigo íntimo. Cuesta muchísimo hacer cuadrilla. Yo propongo hacer cuadrilla no para hacer cosas concretas –como ir al monte o un club de lectura– sino para hacer amigos. Les facilito el terreno con entrenamiento de las habilidades relacionales necesarias para que estemos a gusto juntos y las relaciones sean satisfactorias y saludables.
¿Cuáles son estas habilidades?
— A veces cuando nos comunicamos hay casos de manipulación. Por ejemplo, yo quiero algo de ti y te manipulo con la culpa. Ser consciente de esto nos ayuda a no hacerlo. Es lo que yo les enseño. No es que nos relacionemos mal porque somos malos, sino porque no sabemos hacerlo de otra manera. Decir cosas con sarcasmo o con ironía en lugar de directamente, hiere.
A menudo hay malentendidos.
— La comunicaciones están muy enmarañadas. Recibimos información, la interpretamos y a lo mejor el otro quiere decir otra cosa. Entrenamos el aclarar, el no presuponer, el no justificarnos...
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